Capítulo 50

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Los exámenes comenzaron toda una rutina

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Los exámenes comenzaron toda una rutina. Presión, pulso, temperatura, frecuencia respiratoria, peso y altura.

Entramos a un salón en dónde había más personas con el tratamiento, unas se veían igual a mí y otras con la enfermedad más avanzada, se sentía como si caminara hacia mi propia tumba.
Me senté en mi lugar correspondiente tratando de transmitir valentía y hacerle sentir a mi padre y a Jos que todo estaría bien.

Comenzaron a colocarme una vía endovenosa. El oncólogo me indico que me colocaron eso para extraerme glóbulos blancos y rojos y ver cuanta cantidad del medicamento debía recibir.

El oncólogo comenzó hacer sus apuntes y después de eso hablo con mi padre y el tratamiento comenzó, me coloque los audífonos y trate de relajarme, ya que esto llevaría varios minutos para ser exacta una hora, una larga hora.

Cerré los ojos tratando que la música me llevará a un mejor lugar.

Sentí la mano de Jos sobre la mía, al abrir los ojos podía ver en su mirada lo preocupado y triste que estaba. Sonreí como si todo estuviera bien, como si no me aterrará todo esto.

-Estoy bien -sujeto con más fuerza mi mano mientras depositaba un beso en ella. -ahora sí que estoy bien.  -Incluso si todo parece inútil, eres mi único puente de luz, en esa oscuridad.

Después de un largo tiempo me retiraron la vía endovenosa y me dieron agua para poder hidratarme. Mi padre me llevaba tomada del brazo, nos quedamos en la sala de espera en lo que el oncólogo le daba las indicaciones. Busque a Jos con la vista, pero él no estaba en la sala de espera.

-Le pedí a Jos que se adelantara a buscar el auto -nuevamente me tomo del brazo y comenzamos a salir del hospital. Jos al vernos salió rápido del auto y me ayudo a entrar en la parte trasera, se sentó a mi lado, me acomodé a su lado y comencé a quedarme profundamente dormida.

Al despertar me encontré en mi habitación, tenía la garganta reseca. Mi padre insistió en poner una soga en la cabecera de mi cama, así cuando yo jalara de ella iba a sonar una campana y mi padre podría estar al pendiente de mí, era rara la vez que la usaba y esta sería la primera en la semana, me sentía muy débil como para bajar a tomar un baso de agua. Cuando jale de la soga él primero en entrar fue Jos ya con un baso y un pichel de agua.

-¿Cómo Sabías? -dije cesando.

-Él dijo que lo necesitarías, tu padre está muy bien enterado en este tema.

-Así fue con mi madre. La perdió a ella y ahora me perderá a mí.

-No te irás - se sentó a mi lado ofreciéndome el vaso de agua, lo tomé para poder tragarme toda mi negatividad. Sé que él sabía la verdad, así que no valía la pena decirlo en voz alta para que sonara más real.

Todos lo sabíamos.



💫💫🌠🌠




Me quedé dormida. Al despertar estaba envuelta en los brazos de Jos.

Mientras lo abrazaba, supe que el mejor lugar del mundo es en él, siempre con él.

El dolor ya no se sentía, tan intenso, no sé si era porque las pastillas estaban haciendo efecto o porque estar entre sus brazos me daba calma, me daba todo lo que necesitaba.

Bese sus labios, y volví a cerrar los ojos. Nada mejor que dormir así; llenos de amor.

Un dolor fuerte me despertó bruscamente.

Olvide todo a mi alrededor, oía mis gritos a lo lejos, sentía las manos de Jos aferrándome, sabía que quería calmarme, pero estaba perdiendo el control. Me estaba perdiendo a mi misma.


💫💫🌠🌠



Desperté en el hospital, aún tenía los ojos cerrados, pero ese olor peculiar me decía que no me encontraba en mi habitación, tenía mi mano entrelazada en la de Jos. Al abrir los ojos noté que Jos dormía sobre su brazo. Paso la noche conmigo, los ojos se me llenaron de lágrimas. 
De pronto él despertó y traté de poner la mejor cara posible.

-Hola -susurré

-Te ves horrible -sonrió

-Pues tú tampoco te ves muy bien.

-¿Te sientes mejor? ¿Necesitas algo? -se levantó e iba a comenzar a caminar, pero lo tomo fuerte de la mano.

-Te necesito a ti.

-Aquí estoy y aquí me quedaré siempre -beso mi mano y volvió a sentarse.

-Bien, es lo único que quiero, solo a ti. Te amo Jos.

-No lo digas así.

-¿Cómo?

-Como si te estuvieras despidiendo.

-Aún no pienso morirme - acaricié su perfecto y delicado rostro, sumergiéndome en esa profunda mirada y olvidándome de todo.

-Sabes que moriría contigo.

-Alguien tiene que vivir por los dos.

-No es justo.

-Nada es justo -apenas logre pronunciar esas palabras, antes de poder contener el llanto. Él lo noto y no pudo haber hecho otra cosa mejor que besarme, el mejor remedio para curar nuestras almas.

 Él lo noto y no pudo haber hecho otra cosa mejor que besarme, el mejor remedio para curar nuestras almas

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Un conmovedor y triste capítulo.

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Hasta que las estrellas se evaporen (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora