Doblas maldice a sol y sombra mientras camina por el polvoriento camino que le llevará a su destino.
La iglesia de Karmaland.
Hacían ya cuatro meses desde la última vez que ejerció como cura.
Lo deja muy claro la (aparentemente interminable) fila de personas que confía en que hoy, por fin, podrá confesarse.No sabe si alegrarse por tener que trabajar o asustarse por la cantidad de gente de aquella fila.
Han sido cuatro meses muy largos.
Y es que, el tiempo, de repente, se había convertido en un enorme peso, los días de alguna manera comenzaron a verse interminables en cierto punto. Doblas no está seguro de poder cargar sólo con esa sensación y, vaya. Ninguno de los nueve héroes lo está.
Observa a todas las personas de allí, lucen, incluso después de todo, felices. Alegres en su ingenuidad. Porque en realidad nada está bien. ¿O es que él es demasiado pesimista? Sea como sea Rubén Doblas siente una profunda envidia por aquellos ignorantes.
Ingresa a la Iglesia y saluda cordialmente a los presentes. Busca su sotana y viste de ella, para entonces entrar en el confesionario.
ㅡDéjeme decirle que todo lo que se diga aquí será un secreto entre usted, los dioses y yo. ¿Bien?
Rubius se pierde en sus pensamientos cuando aquél aldeano empieza a confesar sus "grandes pecados".
Ser cura había empezado como un chiste. Nadie esperaba que el chico con el afelpado gorro con la cara de Pedobear deseara meterse en la iglesia. Era casi irónico que alguien como Rubius se involucrara en temas sagrados.
Pero saber que es el favorito de los dioses... bueno, supone que esto fue lo que lo llevó a convertirse en el párroco del pueblo.
No está tan mal, de todos modos.La gente confía en él porque los dioses también lo hacen.
Ja.
ㅡY le quité un par de patatas a mi vecina Romina.
El de gorro de oso reprime una carcajada. Si supiera que los héroes mataron a su vecina ni siquiera estaría preocupado por un par de papas pérdidas. Carraspea y habla con voz suave.
ㅡTiene que recitar un Ave María para que los dioses le concedan el completo perdón.
ㅡ¿Aquí?
ㅡAquí.
ㅡDios te salve Mari-
ㅡ¡No! ㅡcasi ofendido, Rubén niega con fuerzaㅡ La canción, ¡la canción!
Todo se sume en silencio por un segundo. El cura oye suspirar a quien sea que esté confesandose, sonríe divertido. Esta es la mejor parte de su trabajo.
ㅡAve María, ¿cuándo serás mía? Si me quisieras, todo te daría.
ㅡEs suficiente. No vuelvas a pecar. Ve con los dioses. Ameno dorimé.
Cuando oye a aquél aldeano salir, suelta toda la risa que puede, antes de que la siguiente persona entre.
Es sencillo, aunque el chisme siempre es lamentable. Usualmente los pobres aldeanos vienen a confesar delitos menores, como haber talado un árbol de una zona privada o haber robado patatas.
El hombre se recarga contra la pared de madera de su lado del confesionario y espera al siguiente fiel.ㅡCura Rubius, he pecado.
Esa voz.
Joder.Toma mucho aire y lo expulsa lo más lento que la repentina tensión se lo permite.
Conoce esa voz muy bien.
¿Qué hace el Alcalde aquí?

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Ataraxia | Karmaland | Terminada
FanfictionAtaraxia: Imperturbabilidad. Porque en Karmaland hay de todo menos serenidad. Ni un ápice, siquiera. ¿Qué ocurre cuando los errores olvidados y los fantasmas pisoteados por las olas del tiempo se alzan a gran voz? ¿Qué pasa si los oscuros secretos...