Ataraxia | Karmaland | Terminada

C a p í t u l o 1 0 8

||Importante: nunca descubrieron qué significa garuda. En simbología, representa el caos y la destrucción. Les va a servir para este capítulo. Como ayuda extra, puedo decirles que el capítulo en el que Vegg busca libros en la biblioteca es útil, igual que el 88.||

Los humanos olvidan de dónde vienen, ignoran hacia donde van y desperdician el presente indagando en pensamientos que no les darán respuestas de nada.
Pierden la identidad y por ende, vuelven a cometer los mismos errores. Una y otra vez. Acompañados, además, por la sensación de haber vivido eso en algún momento.

Como buenos olvidadores, es normal que sus historias carezcan de detalles importantes.
Pero hoy.

Oh.
Hoy podemos jugar a saber todo.
Juguemos a conocer la raíz de los problemas.
Juguemos a creer en resoluciones.
Juguemos a que este, es un cuento clásico.

Había una vez, en el plano espiritual, un semidiós llamado Khárôn. Su poder, destructivo y caótico le otorgó el apodo de "Rey de la Garuda".

Un día, el orgulloso portador de tal nombre, dio un vistazo a la tierra. Observó entonces, a los humanos.
A los humanos de una región en específico. Aquél sitio sin nombre desprendía tal concentración de magia, que se extendía fuera de los límites de cualquier persona normal.
Pensó entonces que sería muy fácil destruir la brújula moral de los habitantes de aquél lugar.

Para divertirse un rato, viendo a los humanos hacer algo que hasta sin ayuda han podido lograr: destruirse a sí mismos.

Poco después se le encargó a él y a otros cinco subordinados que se encargaran de ese lugar. Dejarían todo listo para que uno de los mayores príncipes oscuros, Abaddon, pudiese pisar la tierra.

Lo que sucedió a continuación se conoce: los humanos convirtieron su todo en un algo imposible de tratar. Permitieron pasar a los forasteros, (Khárôn y los NPCs) a sus tierras, dándoles un cobijo que nunca necesitaron y el poder por el cual habían llegado.
La noche se tragó aquél pueblo sin nombre. Los monstruos parecían condenar a sus habitantes. Y llegó la salvación.
Los héroes que se desharían del embrollo provocado por los de su misma especie.

Obligados a retirarse temporalmente, los enviados de los dioses oscuros se refugiaron en las catacumbas, buscando trazar un plan que les entregara la victoria.

Los héroes no encontraban respuestas a nada.

Durante aquella búsqueda, uno de ellos destacó sobre el resto para el quinto integrante de los NPCs.

Frank, era, a decir verdad, un muchacho simple, curioso y de deseos nobles. Se había propuesto la pura y dulce misión de mejorar aquél lugar para algún día poderlo llamar "hogar" junto a Alex.

Fue su naturaleza pura y desinteresada la que llamó la atención del ente maligno, quien no tardó en sugerir al bueno de Staxx como el indicado.

Vio en él, cierto potencial para ser corrompido.

Ninguno de los entes contó con el temple de Frank. En ningún momento.

El asedio inició sutil como siempre. El de armadura negra nunca dijo nada. Sonreía frente a sus amigos mientras se preguntaba qué diablos le perseguía. Llegó a indagar muy por encima, y aunque la respuesta que recibió provocó que sus mofletes se encendieran en rojo, no servía para resolver sus dudas.

"Alexby, ¿nunca te has sentido muy vigilado?"

"Oh, ¿te sientes así? Es que no puedo dejar de verte, lo siento".