C a p í t u l o 8 3

632 118 74
                                        

||Sospecho que la historia va a tener más de 100 capítulos. Perdón. :'||

Imaginemos el Coliseo romano.
La gente vitorea, extasiada. La batalla anterior ha sido sumamente sangrienta, tres leones han muerto y dos esclavos han perdido sus intestinos.
Pero la gente desea más. Cuando tres hombres sin experiencia son obligados a entrar a la arena a combatir con el último león restante, todos jadean, rogando por sangre humana, con sus ojos casi salidos de órbita, sumamente atentos a cada zarpazo que el animal ofrece, gimoteando palabras de desaliento a las víctimas y, finalmente, aclamando al aire cuando las víctimas mueren bañadas en su propia sangre, para luego ser devoradas por la bestia.

Vale.

Hay un pueblo que clama por venganza.
Personas cuya mirada acusadora se centra con desdén en un pelirrojo que apenas ha sido liberado del yugo del aterrador encierro.

Y el pecoso...

Bueno.
Él se destartala de la risa.

ㅡ¡Vamos! ¡Prendan las antorchas! ¡Saquen los cuchillos!

Guarda silencio por un momento. Mira fugazmente hacia sus alrededores. Sonríe de forma ladina y entonces espeta:

ㅡAtrapen al monstruo.

Su cabello revolotea con el viento, el cual sopla impasible sobre todos. El aire se siente frío y el ex-alcalde sólo lleva encima su camiseta verde de toda la vida.
Esto, a pesar de todo, no parece importarle demasiado, porque echa a correr como si no hubiese un mañana, sabiendo que varias personas van tras él y que, otras cuantas estarán esperando a verlo para mancillarlo.

Cada crimen cometido cae en su memoria y él sólo puede sentirse muy orgulloso de sus actos.

Por un instante, cree que se va a poder librar de todos, huyendo por entre las casas y locales del pueblo. Pero hay que ser realistas.

Por muy ligero que sea, hasta hace rato ha estado peleando contra el pelinegro mamado que vive en la isla. Casi no ha comido bien y no ha hecho ejercicio en mucho tiempo. El cuerpo humano tiene su límite, y este ha llegado al suyo.

Sus piernas se sienten pesadas y el cansancio parece llegarle de repente. Sus pulmones parecen arder en fuego y esto sólo es culpa del frío presente. No puede darse un respiro pero aún así se ve obligado a detenerse.

Pasos rápidos llegan a él, definitivamente no es nadie con la intención de protegerle. ¿Dónde está Mangel? ¿Y qué hay de Auron? Ya deben de haberse enterado de su regreso. Las noticias vuelan en pueblos pequeños.

Sus ojos inyectados en sangre escudriñan los cuerpos que, cautelosos, aunque no menos furiosos se acercan a él.

Fue una buena vida. Sí.

¡Ah! La muerte no va a venir por él el día de hoy.

Apoya sus manos en sus rodillas, tomando el aire que le falta.

ㅡ¿Qué les pasa, gorrinos?

Oh, esa voz.
Nunca se ha alegrado tanto al oir aquella tonada.

Auron mantiene los brazos cruzados, una mirada retadora y una socarrona sonrisa en sus labios. El pecoso tiembla, el clima le está jugando muy en contra.

La pequeña multitud que rodea al alcalde y al ex-mandatario murmura, tensa, esperando las palabras del líder. Ese que siempre dice cosas tan sensatas...

ㅡLolito va a ser procesado como cualquier otro criminal. Tiene derecho a ser tomado como inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Mentira.

Ataraxia | Karmaland | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora