Ataraxia: Imperturbabilidad.
Porque en Karmaland hay de todo menos serenidad.
Ni un ápice, siquiera.
¿Qué ocurre cuando los errores olvidados y los fantasmas pisoteados por las olas del tiempo se alzan a gran voz? ¿Qué pasa si los oscuros secretos...
||Tengo apego con esta historia. No se preocupen, no voy a meter relleno para alargarla. Y... miren esto.
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Me reí.||
||Aunque- este capítulo no va a tener nada de divertido.||
Fargan puede contar con una sola mano (y le sobrarían dedos) las veces que se ha sentido intimidado o espantado a causa de una situación. Uno de los recuerdos que respectan a esta lista se remontan a la vez en que Alex lo miró -imaginó su mirada, ese casco no muestra nada- con cara de "te voy a cortar las bolas y luego haré que te las comas crudas" para luego espetar un "A mi oficina". Ese día estuvo a punto de hacerse encima, claro que sí. También se sintió de esa manera cuando vio a Dulce muerta sobre la alfombra de su casa. Horrible.
Sin embargo, ahora mismo, teniendo a Guillermo al frente, con esa sonrisa inocente y aquella postura relajada, puede asegurar que nunca se ha sentido tan acojonado como en este momento.
Sus brazos cargan con una pálida muchachita, quien, cansada de comer y vomitar todo lo ingerido, se ha resignado a la idea de ser cargada por su padre siempre que pueda. Desea prender las torretas, pero el control se ha quedado dentro de casa y tiene la sensación de que si se da la vuelta, entonces morirá. Atribuye la culpa a la apariencia de Willy. ¿Qué le ha pasado en el ojo? Es decir, el recuerda claramente habérselo quemado con cera, pero nunca había visto efectos secundarios tan... Aterradores.
Las manos de David, heladas por estrés, o ansiedad (¿qué va a saber él?, es policía, no psicólogo), se aferran al cuerpecillo de su pequeña hija. Ella aún respira, se dice. Aún respira. Oh, claro que lo hace, pero, ¿por cuánto más? Tener a William cerxa le hace creer que quizá, la mejor opción para mantener a salvo a la Tortilla es salir corriendo y esconderse bajo una cueva o algo así. El aura que el albino mantiene es tan- ¡escabrosa! Este, por otro lado, siendo testigo inequívoco del miedo palpable en los ojos de quien llamó "confidente" en los buenos tiempos, sonríe satisfecho por la reacción de su mayor. Es lo que esperaba, sí, completamente. Su actitud desinteresada se mantiene, al igual que aquella pequeña sonrisa que no ha borrado desde que Fargan le ha visto.
ㅡSupongo que no vale la pena dar tantas vueltas con esto.ㅡ una risa nasal escapa de sus cuerdas; la situación le resulta de todo menos graciosa. Recarga su peso corporal en su pierna izquierda. Entonces, vuelve a hablar.ㅡSólo quiero aclarar un par de cosas, pero primero tengo una pregunta para ti.
Decir que la duda lo estaba consumiendo en carne viva, sería mentir para Fargan y, juh, ya ha comprobado que eso del autoengaño no le funciona en absoluto. Su mirada avellana se mantiene atenta a- lo que queda de Willy. Algo le dice que lo que le ha hecho ha sido un completo error, no por las acciones en sí, sino por las repercusiones que ahora mismo parecen estar a punto de presentarse. Debió haberlo matado, reitera su mente.
Ante la falta de habla del castaño, el de facciones asiáticas retoma la palabra.
ㅡ¿Qué te hizo creer que yo asesiné a tu mujer?ㅡ la suavidad con la que la incógnita ha sido deslizada por los belfos del albino no depara nada bueno.