C a p í t u l o 1 0 0

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ㅡ¡Necesito una unidad en la entrada norte por zona urbana, repito! ¡Necesito una unidad en la entrada norte por zona urbana!

Alexby corre de un lado a otro, dando indicaciones. No sabe en qué momento, pero de repente una multitud furiosa se había dirigido al Ayuntamiento para reventar ventanas (y a Auron, probablemente). El jefe de policía había analizado como correcta la idea de dejarlos hacer lo que quisieran; estaba cansado, pero sobre todo, agobiado. Las palabras y la promesa muda de Fargan le habían dejado en un estado de empane mental impresionante.
El problema real inició cuando le dieron informe de que no sólo era gente en protesta sino gente tratando de reprimir a... más gente. Se había convertido en un "bando contra bando" y lo repentino de todo le provoca náuseas.

Por lo que ahí se encuentra, tratando de parar junto a un par de oficiales la ola de gente que, luciendo como animales, procuran embestir en el lugar en el que actualmente Auron se encuentra.

El bajito refunfuña; todo sería más fácil si Fargan no hubiese apagado su radio. Siente que el resto de sus compañeros se resume a un grupo de payasos incompetentes, no encuentra avances en la operación e incluso parece que los civiles están por tirárseles encima. ¡Además el psicólogo parece estar sumamente calmado con todo lo que está pasando! Maldición, sólo mírenlo ahí, observando desde el ventanal del edificio, con sus manos escondidas tras su espalda y aquella mirada indescifrable. ¿Está aterrado? ¿¡Alegre!? A estas alturas del partido, para Alex cualquier cosa puede ser verdad. 

De todas formas, hay algo que no saca de su asombro al oficial chikito: todo parece haber empezado de la nada. Recuerda que hace menos de diez minutos todo estaba silencioso, prácticamente muerto. Entonces empezaron los gritos y la mezcla de palabreríos inentendibles. Después alguien chilló algo sobre el Ayuntamiento y todos corrieron en dirección al mentado establecimiento. 

Y, por lo que puede notar, a medida que el tiempo avanza, la violencia entre los civiles aumenta. El disturbio se multiplica de manera exponencial. 

ㅡ¡Otra unidad! ¡Ya, ya, ya!

Su cabeza parece a punto de reventar cuando se le hace saber que ya no hay más policías disponibles. Porque por supuesto, ¿qué esperaba? Están en Karmaland, maldición, es un pueblo diminuto.

Su paciencia se colma. 

Tocará sacar armas.

***

(Estoy en la computadora, no tengo circulitos para hacer la separación)

ㅡGuillermo, dime que sólo es una pesadilla, por favor.

El murmullo resignado del héroe abatido no provoca nada en el albino, quien, a la lejanía, junto a Vegetta, observa el desmadre del pueblo. Encoge sus hombros, dándose cuenta de que la satisfacción inicial de ver cómo todo cae en decadencia ha empezado a desaparecer. No está disconforme, de todos modos. Eso es algo, supone. Sus emociones son decepcionantes, se dice. Limos está de acuerdo, a pesar de que no dice nada. 

Una palmada en la espalda.

Ese ha sido el escueto intento de consuelo de Willy hacia su compañero. 

ㅡCreo que no puedo mentirte, Samuel. Quizá sería mejor que fuera un mal sueño, ¿no?

Porque, a final de cuentas, dejando de lado el cinismo, las mentiras y el orgullo, los ojos de ambos hombres están viendo la forma en la que un sueño llamado "Valle del Karma" se desmorona. Errores pasados, errores actuales, ellos, el pueblo, todos. Cada quien carga con la propia culpa, por su alma y por su hogar.

Ataraxia | Karmaland | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora