1. ¿Marinero?

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Narra Alex: Inspiré hondo, pero no sentí ese hermoso y característico olor a coco de mi hermosa chica, así que estiré mi brazo, para encontrarme que estaba solo en la gran cama.
Abrí los ojos a regañadientes, ya que es domingo y el sol de Invierno se cuela por nuestra ventana.

Miré hacia el escritorio para ver si ella estaba ahí, pero no estaba.
Me gustaría que estuviera ahí, ya que casi todas las mañanas, ella se sienta desnuda, a escribir y a contar sus ahorros para su escuela.

Después de terminar la universidad nos mudamos juntos al departamento, lo que creo que ha sido mi mejor experiencia en la vida. Me despierto con Amber, desayuno y cenó con Amber, para después irme a dormir junto a ella, no sin antes jugar un rato.

Miré al piso donde descansaban nuestras mascotas. Cuando recién nos mudamos, creímos que iba a ser un problema tener un perro y un gato, pero Bonito y Carlos son como mejores amigos, ya que Bonito duerme sobre el hocico de Carlos y juegan juntos como si fueran la misma especie. Es gracioso.

—¿Marinero?— oí su dulce voz desde el pasillo. Amber abrió la puerta y entró. Ella estaba con solo sus bragas puestas, su cabello largo despeinado y con una bandeja en sus manos.
¿Hay mejor forma de despertar?

—Buenos días, sirena— sonreí.

Ella se sentó frente a mi, después dejo bandeja a nuestro lado y se quedó mirandome con una sonrisa.
Lo nuestro ha mejorado mucho desde que terminé la universidad, fue como si todos los años que estuvimos separados hayan servido para acercarnos más.

—Creí que hoy me tocaba a mí hacer el desayuno— susurré acariciando su mejilla.

—Eres muy dormilón y tenía hambre— se encogió de hombros y sonrió.
—De seguir así no nos casaremos jamás— me dijo con tono burlón.

—Tonterias, nos casaremos de cualquier modo ¿Qué te parece en las Vegas?— sonreí abrazando su cintura.

Solía creer que despertaría solo todos los días de mi vida, pero Amber lo ha cambiado todo, no solo me despierto acompañado, sino con desayuno compartido y hablando de matrimonio, el cual no sucedió aún porque Amber no lo quiso.

—No nos casaremos, Alex, te quiero así, sin papeles, siento que estoy adquiriendo una propiedad— susurró, sentándose sobre mi regazo a horcajadas.

—Yo soy tu propiedad, sirena, soy tuyo— besé su mejilla y después acaricié su cabello.

—¿Si? ¿Eres mío? ¿Mi marinero? ¿Mi niño mimado?— ella sonrió con sus dientes perfectos y yo asentí mientras le sonreía.
—Mi Alex— susurró ella quitándome el pelo de la cara, pero esta vez hablo en serio, soy su Alex y eso ella lo sabe bien.

—Mi Amber— susurré apoyando mi frente en la suya.

Después de darnos unos besos, Amber empezó a untar mantequilla en las tostadas, y me dió un vaso de jugo de frutas, por lo que le agradecí.
Nos dimos de comer el uno al otro, mientras que de fondo sonaba la melodía de una de las canciones que Amber agregó a su playlist llamado "A Alex". Lo que me infla el pecho de orgullo.

—Creo que quiero bailar esta canción— dijo Amber tomando su vaso, para después pararse de la cama. Ella empezó a mover sus caderas de un lado al otro mientras sacudía el vaso al aire y se movía al ritmo de Pasos de cero de Pablo Alborán.

Yo me quedé sentado en la cama mirándola, como un tonto, como siempre. A pesar de todos estos años Amber no ha perdido el encanto para mí, sigue siendo la gracia hecha persona, sigue dándome sorpresas siempre y me sigue ayudando como el primer día.

Ella estaba muy entretenida bailando cuando el timbre sonó y ella se detuvo a regañadientes.

—Yo voy— susurró poniéndose su pijama, el cual yo me había encargado de quitarle anoche. En mi defensa diré que ese shorts es la cosa más excitante que he visto en todos mis años de vida.
Ella salió de la habitación y yo detrás de ella mientras me ponía mi jogging. La ví abrir la puerta y me quedé mirándola en el pasillo. Su culo se ve realmente hermoso con ese shorts, wow.
Noté que Carlos iba a salir corriendo a ladrar, así que lo sujeté por el collar antes de que salte sobre quién quiera que sea que está tocando.

—Hola, buen día— dijo Amber mirando al chico que estaba en nuestra puerta.
¿Quién es? No lo he visto antes, pero el parece muy feliz viendo a Amber en sus diminutas prendas, pero no lo culpo, ella es como una coca cola en el medio del desierto.

—Em, hola, yo me llamo Lucas, soy nuevo, me acabo de mudar aquí en frente— dijo el chico con una sonrisa demasiado grande en su rostro.

—Oh, bienvenido— dijo Amber con amabilidad y estoy seguro de que está sonriendo, pero sin mostrar los dientes.
—¿Qué necesitabas?— preguntó ella.

—Yo, em, quería saber dónde está el supermercado— dijo el mirando sin disimulo las tetas de Amber.
Okey, demasiado show por hoy.
Solté a Carlos que salió corriendo cuál monstruo hacia Amber, quién lo sujetó justo a tiempo, pero el chico se asustó de todas formas, ya que Carlos empezó a ladrar y fuerte.

Mientras Amber le explicaba como llegar al súper, con dificultades, ya que le está costando mantener a Carlos quieto, yo me acerqué a ellos y rodeé la cintura de Amber con un brazo.

—Hola— dije con una sonrisa de boca cerrada. El chico pareció impresionado por mi presencia, seguro pensó que Amber era una bonita chica joven que vivía sola aquí, pero no, vive conmigo, su novio.

—Hola, soy Lucas— dijo el extendiendo su mano.

—Alex, un gusto— le di la mano y se la solté lo antes posible, para después agarrar a Carlos, ya que Amber estaba a un segundo de caerse.

—¿Necesitas algo más?— preguntó Amber con una sonrisa. Ella es amable por naturaleza, pero yo no, soy un nene mimado y maleducado, solo Amber me puede domesticar, así que puse mi mejor cara seria y miré al chico mientras negaba con la cabeza, en seguida captó la señal.

—Em, no, era solo eso, gracias— el chico se dió media vuelta y cuando Amber vio que tenía intenciones de darse la vuelta para volver, cerró la puerta con rapidez.

—Me da miedo— susurró ella mirándome con cara de espantada.

—¿Qué dices? Es solo un chico— puse los ojos en blanco antes de soltar a Carlos para después ir a la cocina.

—Se ve raro, tiene un aura pesada— dijo Amber siguiéndome, para después sentarse en la isla a mirarme.

—No te preocupes, bebé— besé su nariz para después sentarme a su lado.

—Tienes razón, vamos, hay que prepararnos para ir a lo de tu abuela, nos esperan— dijo ella mirándome con una sonrisa mientras extendía su mano. La tomé y la seguí a la habitación, dónde nos tomamos un tiempo para hacer una parada en la cama, antes de ir a la ducha.
Después de vestirnos, salimos del departamento para el típico almuerzo de domingo en lo de la abuela, es el día favorito de Amber, ya que estamos con nuestros amigos y familia, además ella siempre lleva a Carlos para que pueda jugar en el gran jardín.
La apuesta de cada domingo es a quien va a tener hijos antes, por ahora van ganando Keila y Max. A ver quién gana hoy.
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Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora