40. Caronte.

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Narra Amber: Rosemary no perdió el estilo aunque fuera un funeral, así que aquí estamos todos, vestidos de negro, sentados frente a un ataúd, que está rodeado de flores y honores.
Keila acomodó mi vestido, haciendo que mis hombros se noten más, aunque no es la ocasión para andar mostrando mucho, aún así, me puse vestido, para que la viuda no tenga más que preocuparse.
Alex, por su parte, se puso un jean y una camiseta, ambas prendas negras y se puso unos lentes oscuros, que ocultan sus hermosos ojos celestes, los cuales estaban enmarcados por unas feas ojeras. El estaba hablando con los chicos, mientras que se fumaba un cigarro. Voy a ver qué puedo hacer para que él deje de fumar, o al menos que fume un poco menos.

—¿Alex está muy mal?— preguntó Nara, mirándolo con preocupación.

—Está triste, pero lo va a superar, estoy segura— respondí, viendo cómo Alex, miraba disimuladamente a su padre, quien estaba saludando a algunos compañeros de trabajo y según tengo entendido a un hermano de Rami que jamás le fue presentado a Alex.

Rosemary se acercó a Alex, note que le habló, pero él no le dio mucha importancia, ya que solo asintió, después nos hizo una señal para que lo sigamos. Con las chicas nos acercamos, para después sentarnos en nuestros lugares. Este funeral parece de película, realmente no puedo creer que vamos a sentarnos a escuchar discursos de despedida para el señor Rami.
Alex se agobió como nunca cuando Sebastian le dijo que Rosemary quería que él hablara, ya que solo tiene cosas malas que decir, aún así, aceptó.

Me senté junto entre medio de Alex y Sebastian, en primera fila, con una vista privilegiada a un cajón negro, de una madera reluciente, que me da escalofríos. Me resulta sórdido el hecho de hacer esto, sentarse frente a un ataúd a hablar de un muerto me da náuseas.

Alex tomó mi pierna y la colocó sobre su muslo, cuando intente apartarme él no me dejó.

—Alex, estamos en un funeral— susurré, con buscando su mirada, pero estaba oculta bajo sus lentes negros, los cuales le quité, no puedo estar sin ver sus ojos.

—Me importa quinientos pepinos el funeral, solo te soltaría si te sintieras incómoda— me respondió en el mismo tono.

—Estoy incómoda— le susurré y él me miró como si hubiese hecho un daño irreparable. Sus mirada expresó preocupación, mientras que el me soltaba despacio. Baje mi pierna, pero tomé su mano.

—Siento haberte hecho sentir incómoda, no era mi intención— dijo Alex, antes de besar mi mano.

—Está bien— besé su mejilla y después apoye mi cabeza en su hombro, mientras abrazaba su brazo.

Los discursos fueron pasando, todos dejaron la reputación de Rami Thompson por los cielos, confirmando que era una persona buena, generosa, maravillosa y todas las cosas que la gente es una vez que muere.
Este mundo lleno de hipócritas.

Todo eran halagos, lágrimas y lamentos, hasta que llegó la hora del discurso de Alex y puedo decir que nunca estuve más asustada en mi vida. Él no me ha dicho que dirá, ni a mi, ni a nadie y tampoco preparo un discurso, al menos no fuera de su cabeza.

Miré sobre mi hombro, compartiendo una mirada de terror con nuestros amigos, ya que ninguno sabe que esperar, Alex se ha convertido en un mudo con respecto a sus emociones y tendremos que encontrar una solución para eso pronto.

El nieto del difunto se paró frente al micrófono y lo acomodó para que quede a su altura. Su respiración profunda fue oída por todos y ya nos daba un pequeño adelanto de lo agobiante que sería este discurso.

—Bueno, tal vez me conozcan o tal vez no, soy Alex, Alex Thompson y fui la vergüenza de mi abuelo durante toda mi vida— dijo Alex, con una sonrisa irónica.
Veo que empezamos tranquilos.
—Sus discursos fueron todos muy lindos, supongo que son cosas que se dicen cuando la gente muere, pero no seré tan indulgente con alguien que fue bueno en sus últimos cinco días— él se encogió de hombros y siguió hablando.
—Mi abuelo fue mi verdugo durante mucho tiempo, me desprecio, me humilló, me negó y solía creer que no llegaría ni a gigoló, pero bueno, se lo agradezco, ya que ese fue mi motor para superarme y llegar a donde estoy hoy— Alex se aclaró la garganta y miró a su abuela fijamente.
No dire que Alex está siendo mal educado, ni nada por el estilo, pues si hay algo que él no está siendo, es hipócrita, lo que me enorgullece.
—En su lecho de muerte, decidió arrepentirse de sus pecados, fue bueno y me dio un abrazo en todas nuestras vidas— hizo hincapié en la cantidad de abrazos —Pero el resto de su vida fue una mierda y siendo honesto, solo espero que Caronte le dé un lindo paseo en su barca, eso es todo, gracias— Alex sonrió, hizo una reverencia y después volvió a su lugar, junto a mi.
Al menos no fue cerrado con respecto a sus emociones y se que eso lo ayudará, pues se va a estresar menos y eso le da un pequeño empujón para que me cuente a mi lo que siente, pues realmente me preocupa cuando él se calla.

—¿Estás bien?— pregunté, acariciando su mejilla y el asintió.

—Mejor— susurró, mirándome a los ojos.
Haré todo para que recuperen su brillo, oh mierda, sí que lo haré.
[...]
Prendí la luz del departamento, a la vez que entraba, junto a Alex, quien no se ha querido separar de mí desde que terminó el funeral, hasta me pidió que manejen yo, así no tendría que concentrarse en el camino.

—Siéntate en el sofá, haré algo de comer— dije, aún con su brazo rodeando mis hombros.

—Bien— dijo el, antes de separarse.
Carlos corrió a él y viceversa, nunca vi a Alex darle tal cariño a un ser humano, creo que quiere más a nuestro perro que a mi.

Fui a la cocina, me fijé que cosas tenía y para mi suerte, tenía lo suficiente como para hacer pollo con verduras.
Cocinar siempre fue terapia para mi, lo malo es que pienso de más las cosas en ese lapso de tiempo. Tengo miedo de que Alex vuelva a estar igual de triste que cuando su mamá se fue a rehabilitación, sin contar que su mamá está siendo parte de su agobio ahora mismo. Eso es otro tema sin resolver, pero es que Alex se niega a tener cualquier contacto con ella y eso empeora las cosas para ambas partes, lo que me preocupa aún más.
Necesito saber que hacer, necesito encontrar las palabras correctas para decirle a Alex.

Cuando termine de cocinar llene los platos de nuestras mascotas con comida y además les puse agua, luego , puse dos platos para nosotros en una bandeja y salí de la cocina, pero Alex no estaba en la sala, así que fui al cuarto.
El estaba acostado, con Bonito durmiendo sobre su pecho, mientras que Carlos estaba durmiendo en su sofá, el cual Alex había puesto al lado de la cama.

—De ninguna manera— dije, dejando la bandeja sobre la mesa de luz. Alex abrió los ojos y me miró, como si no fuese consciente de cual es su mala acción, que en realidad, no es ninguna, solo que de ninguna manera voy a permitir que se tenga pena a si mismo.

—¿Qué?— susurró el, mirándome inocente.

—No voy a permitir que hagas esto, suficientes siestas por estos días, estás dolido y entiendo, te apoyo y estoy contigo, pero no vas a dormir para ocultar lo que sientes— me cruce de brazos y lo miré fijamente, mientras que él se sentaba en la cama, mirándome atento.

—¿Qué debería hacer? ¿Llorar cual niñito mimado por un abuelo que nunca me quiso?— preguntó el, cruzándose de braza.

—Alex, no puedes vivir pensando en eso, fue tu abuelo el que se perdió de un gran nieto, tú no perdiste nada y...— el me interrumpió.

—Sí, por supuesto que perdí, perdí la confianza en mi mismo, me sentí insuficiente, me sentí idiota y creía que los demás eran importantes pero que yo no y...— esta vez yo lo interrumpí, tomando sus mejillas y obligándolo a mirarme.

—Alex, esas cosas, las puedes solucionar solo tu, Rami murió, no va a renacer para pedirte perdón y asegurarte que eres lo más, pero tú si debes hacerlo, tienes que ser suficiente para ti mismo, debes ser importante para ti mismo, solo tú debes creer en ti, luego de que tú lo hagas, notarás porque estoy aquí hoy— me incliné y apoye mi frente en la suya.

—¿Por qué estás aquí hoy, Amber Elisa?— preguntó el, en un susurro.

—Porque te vi, Alex, vi lo que vales, vi lo que das, vi lo que eres capaz, te vi asustado y te vi venciendo tus miedo, te vi en el fango y te vi reconstruirte a ti mismo, pieza por pieza y si tengo que ser yo quien junte las piezas esta vez lo voy a hacer, pero no dejaré que te hundas, jamás— miré sus ojos y sentí todo lo que sentí la primera vez que lo vi. El aire me faltaba, él era simplemente abrumador, era literalmente breathtaking y jamás tendré dudas sobre eso.
La electricidad corrió por mi columna vertebral, la intensidad de cada mirada era igual y quería meterme en el, para no salir más.

—Lo haré, me reconstruiré de nuevo, pero te voy a necesitar cerca, lo más cerca posible— dijo el, parándose de la cama, para después abrazarme.

—Estaré aquí, siempre lo haré.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora