34. ¿Amber y Alex?

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Narra Alex: El día de la boda de Keila y Max se acercaba, quedando así dos días y los novios decidieron que querían una despedida de soltero pero juntos a sus amigos. Así que aquí estábamos, en la camioneta de la mamá de Keila, mientras íbamos al súper para comprar cosas para pasar la tarde el primer parque que encontremos.

Siempre me ha gustado pasar tiempo con ellos, ya que fueron ellos los que me enseñaron el verdadero significado de la amistad. Me enseñaron a que para que te quieran, primero debes empezar a quererte tu mismo, aceptarte y conocerte. Sin necesidad de conformar a nadie excepto a ti mismo. No debes seguir la corriente, ni fingir ser alguien que no quieres, ya que a la larga no te hará feliz, ni a ti, ni a tus "amigos".
Realmente se los agradezco, ya que he aprendido a hacer todas esas cosas y al parecer funcionó, ya que ninguno se aburrió de ninguno, a pesar de que hubo un tiempo en el que estuvimos en un plano físico diferente, nuestra amistad seguía siendo muy fuerte.

—¿Que deberíamos comprarle a Carlos?— preguntó Leo, quien traía al mencionado sobre el regazo, mientras que el perro sacaba la cabeza por la ventana y disfrutaba de la brisa.

—Yo me encargo— respondí, ya que es una respuesta obvia: filetes.

Tengo cierto recelo por Carlos, ya que es mi consentido, es mi bonito perro goleen, aunque claro, originalmente era de Amber, pero lo he adoptado, es mi bebé y me gusta ser su centro de atención, pero él es un perro muy tierno y dulce y sociable, no puedo tener una relación tóxica con el.

Cuando llegamos al súper, dejamos a Carlos en la parte trasera de la camioneta, así podíamos cerrar el auto, pero él podría tener todo el aire y además podría ponerse cómodo, ya que como buen padre que soy la arme una camita con algunas mantas.

—Pórtate bien, muchacho— acaricié su cabeza antes de que entremos al súper.

—Okey, Max y yo vamos por la comida, Alex y Amber por las bebidas, Leo y Nara... no se ¿por los dulces?— preguntó Keila, con una sonrisa juguetona.

—Vamos por condones saborizados— respondió Nara, tomando la mano de Leo.

—Consigan un filete para Carlos— les sonreí.
Nara se llevó a Leo y después de eso, todos hicimos lo que la jefa ordenó, así que nos dirigimos al pasillo de las bebidas. Pedí ser el encargado de manejar a la vuelta, así tendría una excusa para no tomar nada en lo absoluto, me estoy tomando realmente en serio tema de no volver a ponerme ebrio en mi vida.

Amber había agarrado un pequeño carrito, en el cual puso una funda de cervezas, una de refrescos y también dos botellas de agua.
El verano le ha sentado bien. Ella está un poco bronceada, sus mejillas tienen un bonito color rosa y lo más importante, se ve feliz.

—¿Quieres algo especial para tomar, bebé?— me preguntó ella, levantando su mirada. Ella traía puesto un jean negro, junto a un top blanco, de hombros descubiertos, se ve tan hermosa. No puedo creer que fue insegura de su cuerpo en cierto momento.
Algo que me ha gustado ver en este tiempo, fue el proceso que Amber hizo para aprender a quererse a sí misma. Recuerdo que cuando empezamos a salir ni siquiera quería que viera sus estrías, ahora, se pone sus bikinis de dos piezas y los luce con una confianza envidiable. Un día le pregunté que la había impulsado para afrontar ese temor, ella respondió que como profesora de niños y niñas en especial, quería que ellos vieran que los cuerpos son todos normales, que no tienes porque avergonzarte de ti mismo y además, quería que las niñas vieran lo que ella no vio: alguien diciéndole que está bien tener defectos, que está bien si no eres delgada y que está bien si lo eres, que los cuerpos son diferentes y son perfectos tal y como son.
No hace falta aclarar que pensé en seguida que si tenemos una hija, tendrá un gran ejemplo que seguir.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora