47. Mucho baile por hoy.

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Narra Alex: Max y Keila volvían de Luna de miel hoy, espero que su pequeña escapada a Tulum les haya gustado.
Con los chicos habíamos arreglado para ir a buscarlos al aeropuerto, así que Amber se estaba vistiendo para irnos, pero se veía algo preocupada. Tenía el ceño fruncido y se ponía sus prendas meticulosamente, cosa que hace cuando tiene miedo de que algo salga mal, la pregunta es ¿qué puede salir mal?

—Amor ¿estás bien?— llame su atención. Ella relajó sus facciones y después me miró, parpadeando rápidamente, como si acabara de entrar en razón.

—¿Eh? Sí, sí, no te preocupes— sonrió, pero nerviosa.
Ella a veces olvida que la conozco casi tan bien como me conozco a mi mismo, pero de todas formas los dejare pasar por ahora, hablaré con ella cuando terminemos de hacer lo que teníamos que hacer hoy.

—Leo y Nara ya nos están esperando ¿vamos?— le sonreí, estirando mi mano, la cual ella tomó, para después acercarse a mi, abrazándome fuerte, como si yo fuera a desaparecer.
Okey, está rara, algo pasa.
—¿Amor, estás bien?— pregunté, antes de besar su cabello.

—Sí— susurró, frotando su mejilla contra mi pecho.

—Puedes contarme lo que quieras, amor, no seas tímida— sonreí, ya que no quedan rastros de aquella Amber tímida que era en la secundaria.

—Estoy bien, amor, no te preocupes— ella se paró de puntitas y me besó fugazmente.
—Vamos, se nos hará tarde— sonrió.
No quiere hablar del tema, okey, lo dejaré para más tarde, aunque me preocupa, no quiero que se reprima las cosas, pues a pesar de que ella me dice que no lo haga yo a veces se olvida de que ella también cuenta.
[...]
Los aeropuertos siempre eran lugares tristes cuando me iba a la universidad. Siempre recordaré como todos me miraban tristes, como Nara le daba abrazos a Amber, tratando de consolarla, pero recuerdo que la primera vez que hablé con Ann después de irme a la universidad, ella me contó que cuando Amber volvió del aeropuerto se encerró en su cuarto y lloró todo el día, lo que me rompió el corazón.
A veces me cuestiono que hubiese pasado si no me hubiese ido a otra ciudad. Tal vez nos hubiésemos peleado y hubiésemos terminado sin importar estar cerca o lejos. Me aterra esa idea, pero creo que la forma en la que pasaron las cosas fue perfecta, el dolor, la forma de extrañarnos, nuestros amor, todo superó la distancia y creo que nuestro anhelo el uno por el otro solo aumentó.

—¡Ahí vienen!— dijo Nara, sacándome de mis pensamientos.

Todos miramos a donde ella señalaba y vimos a la feliz pareja de recién casados salir de la zona de arribos. Ellos se veían felices y Keila parecía realmente bronceada.

—¡Bebé!— exclamó Amber mientras corría hacia el encuentro con su amiga. Cuando se alcanzaron, ella cargo a Keila haciéndola girar por los aires. Cuando la bajo, Nara se unió a su abrazo y las tres empezaron a saltar en círculos y abrazadas, cual culto satánico que seguramente son a nuestras espaldas.

—Dios, que gente loca en este país ¿quienes serán esas pobres chicas?— dijo Max, pasándoles por al lado antes de acercarse a Leo y a mi.

—Ni idea— respondió Leo.

—Yo no las conozco— negué, antes de que los tres soltemos una risa antes de abrazarnos.

—Los extrañe, par de idiotas— dijo Max aprestándonos las mejillas a ambos y apretando sus dientes como una abuelita.

—Nosotros no— respondimos Leo y yo al mismo tiempo. Por supuesto bromeando, ambos lo extrañamos mucho y además jugar videojuegos sin él es aburrido, ya que él siempre es el estratega.

Luego de que todos nos saludáramos, fuimos a mi auto, el cual siempre encuentra espacio para llevarnos a todos.

—¿Quieren ir a descansar?— preguntó Amber, acariciando el cabello de Keila como si ella se hubiese ido hace años. Solo fueron dos semanas.

—¡VÁMONOS DE FIESTA!— exclamó Keila, levantando las manos.
Nunca es mal momento para ella.
[...]
Habíamos pasado una tarde genial, mientras que en la noche habíamos ido a un club, donde todos la pasamos genial, bailamos, tomamos y recuperamos las dos semanas perdidas.
Creo que nuestra amistad jamás fue tan sincera. Nos hemos visto llorar, reír, hemos compartido altas y bajas, todo lo hemos hecho juntos. Supimos divertirnos como supimos consolarnos en los momentos tristes. Hemos sido confidentes, confiamos el uno en el otro, no tenemos secretos, no somos falsos y creo que eso es lo más genial que he pasado con ellos.

Luego de dejar a cada uno en su casa, Amber y yo volvimos al departamento. Ninguno de nosotros había tomado, pero Amber traía la fiesta con ella, ya que no paraba de bailar sentada y tampoco dejaba de cantar.

Llegamos a nuestro departamento, entre al estacionamiento y ambos nos bajamos del auto para después caminar hacia el ascensor.

—Tengo una hambre tremenda— susurró ella, mientras seguía moviendo la cabeza al ritmo de alguna canción que solo suena en su cabeza.

—Cocinaré ¿qué quieres comer?— le pregunté, mientras la veía mover su culo con la agilidad que ella tiene.

—Un Alex al horno, estaría bien— me guiño un ojo, juguetona.

—Eso ya lo tienes cariño, pero dime que más— sonreí, acariciando su mejilla.

—Quiero papas fritas, pero también quiero pizza con mozzarella— fungió un acento italiano cuando dijo la última palabra, lo que me hizo sonreír.

—Pediré un delivery con ambas cosas entonces— dije a la vez que el ascensor se abría en nuestro piso.

Amber camino el pasillo bailando y dando vueltas, mientras tarareaba una melodía, que le marcaba el ritmo a sus caderas. Hacia tiempo no la veía tan contenta, parece que la vuelta de Keila le ha hecho realmente bien, lo que me pone muy feliz a mi.

Abrió la puerta y entró conmigo detrás de ella, mientras no dejaba de observar el show que ella me estaba dando. Nunca me aburriría de ver a Amber divirtiéndose. Es como un oasis en el desierto, te refresca.

Amber dio una vuelta y me enfrento con una sonrisa, que me pareció tierna, hasta que sus pies fallaron y casi se cae, por suerte pude agarrarla antes de que lo haga.

—Mucho baile por hoy ¿no?— bromee, pero la diversión no duró mucho.

—No me siento bien— susurró ella, antes de desvanecerse en mis brazos.
Mierda.

—Amor, amor ¿estás bien?— acaricié su mejilla, pero ella reaccionó.
Ya es la segunda vez que se desmaya, esto puede ser más que solo un mareo, debo llamar a emergencias, tal vez es grave.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora