Maratón 3/3
Narra Alex: Amber despertó temprano el domingo. Hace unos quince minutos que me desperté y no dejo de escucharla caminando por todas partes, me pregunto que carajos estará haciendo un domingo a las ocho de la mañana.
Hoy es el cumpleaños de David, así que le prepararon una pequeña fiesta en la casa de la abuela. David no tiene amigos aún, pero haremos lo posible para que la pase bien.
Me levanté de la cama, para después dirigirme a la cocina, de donde venía el ruido. Cuando entre, vi a Amber, metiendo algo al horno, mientras movía sus piernas al ritmo de una canción que suena en sus auriculares. Adoro levantarme y verla haciendo este tipo de cosas, pues después de despertarme con un polvo, creo que no hay nada mejor que ver a Amber bailando en nuestra cocina, mientras se lame los dedos, probando lo que sea que haya cocinado.
Cuando ella terminó de cerrar el horno, giró y me vio, lo que al parecer la asusto, ya que se resbaló, pero por suerte llegue a atraparla.
Le quite uno de los audífonos y me lo puse, para ver que estaba escuchando "at my weakest" de James Arthur. Está escuchando el playlist que me hizo, la amo.—Cuidado, sirena, no queremos que te lastimes— besé su nariz.
—Oh, no, realmente debo evitar las caídas, no puedo caerme— susurró, pero parecer estar hablando con ella misma. Baje mi vista a sus manos y vi que la punta de sus dedos tenían chocolate, así que me incliné un poco y tomé su dedo en boca, lamiendo el chocolate de este y de los otro cinco, bajo la atenta mirada de Amber, quien empezó a respirar agitada y abrió su boca, señal de que la excite.
—¿Se puede saber qué haces despierta a estas horas?— pregunté, abrazándola por la cintura.
Si hay algo raro es que Amber se despierte antes cuando puede quedarse durmiendo, ya que ella disfruta de sus horas de sueño como poca gente que yo conozca.—Estoy haciendo muffins— sonrió inocentemente.
—¿Tenías hambre?— acaricié su mejilla y ella asintió.
—Había muchas cosas hechas ¿por qué te cocinaste?— le pregunté, pues Amber jamás es así de productiva en las mañanas de domingo.—Es que quería muffins exactamente— sonrió, abrazándome, para después apoyar su cabeza en mi pecho.
—Okey— besé su cabello y rodeé su cuerpo con mis brazos. Ella es tan tierna, hace tiempo que no la veía tan mimosa, pues ella era así de cariñosa solo cuando venía de visita en las épocas de universidad, pero me gusta que sea así.
—Siento si te desperté— susurró y su voz se vio distorsionada, ya que su mejilla regordeta estaba pegada a mi pecho.
—Tu no me despertaste, bebé— acaricié su cabello y ella se tensó, justo como lo haría Bonito si ve un zucchini.
¿Qué le pasó?—Bueno, tomare un té helado ¿quieres?— preguntó, levantando su vista.
Ella ha estado rara, muy repentina y en alerta, lo que me está llamando mucho la atención. De todas formas me senté sobre la isla de mármol y asentí, haciéndole saber que la acompañaría con el té.
Ella sacó dos botellas de la heladera y me dio una a mi, antes de pararse frente a mi, entre mis piernas.—Estás rara ¿qué pasa?— le pregunté, acariciando su mejilla con mi pulgar.
—Nada, estoy bien— sonrió, antes de acurrucar su rostro contra la palma de mi mano.
No puede verse tan tierna y después pedirme que le dé más duro cuando tenemos sexo.

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Alex (||)
RandomTerminar la universidad significa comenzar una vida de adulto y con ella hay dificultades. Amber y Alex no tienen nada muy claro, pero hay una cosa de la que están seguros y es que quieren afrontar todo juntos. (Segunda parte de Amber)