70. Final.

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Narra Alex: El sol entraba por los grandes ventanales, iluminando el rostro de Amber, quien tenía los ojos cerrados, mientras descansaba en nuestra cama, dejándome admirarla un rato, antes de que nuestros trabajos paternales y trabajos formales em...

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Narra Alex: El sol entraba por los grandes ventanales, iluminando el rostro de Amber, quien tenía los ojos cerrados, mientras descansaba en nuestra cama, dejándome admirarla un rato, antes de que nuestros trabajos paternales y trabajos formales empiecen.

Han sido unos meses... interesantes. Nuestra pequeña niña no parece cansarse y nadie parece cansarse de ella.
Todos están fascinados por ella, todos querían ayudarnos con todo, y eso nos está ayudando bastante en nuestros meses de aprendizaje.
La señora Ann y Jonathan nos han enseñado muchas cosas, pero Amber, quien trabajo de niñera mucho tiempo, sabía bastantes cosas, para mi no sorpresa, pues mi sirena siempre se destaco con sobresaliente en cualquier cosa que haga.
Ella es la más rápida para hacer que Perséfone se duerma, también tiene toda la paciencia del mundo para hacer que ella deje de llorar y también, la trata como si fuera el cristal más hermoso del mundo.

Perséfone, a pesar de que ni siquiera habla, ya es la conquistadora de nuestra familia, pues no hay uno que no esté embobado con ella, Dylan en especial. Yo no recordaba que el tuviera un lado tan dulce, pero después recordé como él cuidaba a Matilda y no me sorprendió que fuera el más cariñoso de todos con mi hija. Los rencores del pasado parecen haber desaparecido con el nacimiento de Perséfone, así como murió el invierno, pues apenas nació, la primavera nos alcanzó.

En estos días calurosos, me doy el gusto de ver a Amber dormir en uno de sus conjuntos pijamas. Hoy es una camisa abotonada, con unos muy pequeños shorts, de color bordo, que hacen que la nueva figura de Amber quede en la gloria.
Su cuerpo pasó por cambios. Después de que Perséfone nació su cuerpo volvió a ser como era, pero pronto, no sé si porque camina más, porque da varios paseos con nuestra bebé, o porque sube y baja mucho las escaleras, ella ha perdido peso, quedando más delgada de lo normal, pero aún conserva su hermoso rollito y a sus antiguas estrías se le han unido dos o tres más.
Su cabello negro y largo caía sobre su cara, acompañando a su recién estrenado flequillo, que cubría su frente y le daba un aspecto despeinado que me remonta a hace muchos años atrás, lo que me hace sonreír.
Amber puede tener muchos cambios, pero no se puede negar que ante mis ojos, ella siempre será la mujer más hermosa en el mundo. Pensé que no podía amarla más, pensé que ya había alcanzado todos mis límites con ella, pero no, porque ahora, que conozco otra faceta suya, la amo todavía más y cada día con más fuerza.

—Te amo— le susurré, a pesar de que está dormida, nunca me parece un mal momento para decírselo.

—Yo también— ella me respondió, tomándome por sorpresa.

—No sabía que hablabas dormida, Ambercita— use el apodo que Rosemary usa con ella.

—Que parezca dormida no quiere decir que lo esté, se que me estás mirando hace tiempo— abrió un ojo y me sonrió un poco.
Ay, sirena.

Amber y su lado dulce, me dan tantas ganas de darle besos por toda la cara mientras me repito que la amo.
Amber y yo hemos descubierto que hacemos muy buen equipo a la hora de cuidar a nuestra bebé y me siento satisfecho conmigo mismo, pues me encanta saber que hacer para que Perséfone deje de llorar, o para poder atender cualquiera de sus necesidades, me encanta ser su papá.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora