Las navidades no se sentían así de bien hace mucho tiempo. El ambiente familiar se siente tan bien, es como todo lo que había soñado desde que papá se fue a rehabilitación. Pero ahora él estaba aquí, el, mamá, mis hermanos, la familia de Alex y nuestros amigos, que dividen sus fiestas entre nosotros y sus familias.
Luego de las doce, no muchos querían seguir la fiesta. David había caído dormido en los brazos de su papá, Cleo se había quedado dormida con su cabeza apoyada en el hombro de James, mientras que Grace y Ray habían ido a dormir hace mucho.
Con los chicos decidimos seguir la fiesta en la Rambla, así dejaríamos a los adultos dormir, pero no se lo diríamos, no queríamos hacerlos sentir viejos.
Mientras los chicos descorchaban un vino, Alex y yo mirábamos, desde la comodidad de la arena, donde nos habíamos sentado y estábamos abrazados. Lo he extrañado tanto este tiempo que estuvo apartado que ahora me cuesta separarme de él.
Siento que nunca ame a alguien de la forma en que amo a Alex. Durante mucho tiempo traté de minimizar el sentimiento que me agobiaba por las noches, trataba de ponerle otro nombre, no quería admitir que era amor, pues no quería enamorarme de él, no hasta este punto en el que soy feliz solo por sentir su respiración a mi lado.
¿Lo ven? Yo jamás solía decir o si quiera pensar en una cosa tan cursi cómo estás.—Tengas chicos— Keila nos dio dos copas de vino y después corrió hacia la orilla, donde su príncipe la esperaba.
Miré a Alex una vez más, mientras él me quitaba el cabello de la cara, ya que volaba a causa del viento y lo puso de a mechones detrás de mi oreja. Me encanta tanto que haga eso, es un gesto tan delicado que me hace sentir tan pequeña y amada.
—Te he extrañado tanto— le susurré, de forma casi inaudible, mientras lo miraba a los ojos, sintiéndome muy pequeña y tímida, pues el tiene el poder de hacerme sentir así. Puede hacerme sentir una sirena poderosa y una nerd tímida o cualquier cosa que él se proponga.
Alex sonrió sin mostrar sus dientes, antes de acariciar mi mejilla muy delicadamente y después posó su mano ahí, antes de inclinarse para besar mi frente. Él acarició su nariz con la mía, antes de darme un corto beso, para después apoyar su frente en la mía.
—Te amo— susurró el, mirándome fijamente y yo sonreí, pues me ha empezado a dar algo de vergüenza decírselo, ya que él lo dice con tanto poder que me asusta.
Me lleve la copa de vino a la boca y tomé un sorbo.
—Cásate conmigo, sirena— Alex dijo y por un momento me quede en blanco.La tos llegó antes que cualquier pensamiento y me atragante con el vino, mientras sentía que había cumplido cincuenta años de pronto.
¿Casarse? No, no puede ser, somos muy jóvenes y además, odio las formalidades, no quiero atarlo, quiero que seamos dos personas independientes que se aman, sin necesidad de papeles, ni nada por el estilo.
No estoy lista para eso, no aún. Siento que aún sigo siendo un bebé, no puedo casarme.
Además, Alex y yo hemos estado apartados mucho tiempo, seguro ha soñado mucho, al igual que yo.
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Alex (||)
RandomTerminar la universidad significa comenzar una vida de adulto y con ella hay dificultades. Amber y Alex no tienen nada muy claro, pero hay una cosa de la que están seguros y es que quieren afrontar todo juntos. (Segunda parte de Amber)