Terminar la universidad significa comenzar una vida de adulto y con ella hay dificultades.
Amber y Alex no tienen nada muy claro, pero hay una cosa de la que están seguros y es que quieren afrontar todo juntos.
(Segunda parte de Amber)
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Narra Amber: Me quede observando a Alex durante unos minutos, tratando de memorizar cada detalle, mientras imaginaba cuales de ellos heredaría nuestro bebé. ¿Sus rizos? ¿Su nariz perfilada? ¿Sus ojos celestes? Hay tantas posibilidades.
Me despegué del marco de la puerta, para después empezar a caminar hacia el. Le acaricié el hombro y él me miró, como si fuera un pequeño niño que quiere amor.
—¿Estás muy ocupado?— pregunté, rodeando sus hombros.
—No, amor, ven— dijo el, dejando el joystick sobre el escritorio. Me tomó el brazo y me hizo rodear la silla, para después hacer que me siente a horcajadas sobre el. —Ya voy, denme un segundo— le hablo al micrófono, antes de quitarse los audífonos y ponérmelos a mi. —Los chicos te quieren hablar— me informó. Siento que me veo graciosa con estas cosas enormes en mi cabeza.
—Hola— dije, riéndome de mi misma.
—AMBER— Leo y Max gritaron al mismo tiempo, pero me tomaron desprevenida, así que me asusté y del brinco que di casi me caigo, pero Alex me atrapó a tiempo.
—Hola, chicos— dije, abrazándome a Alex, quien me miraba con un tierno puchero en su rostro, así que no pude evitar darle un pequeño beso.
—Amber, perdona a Alex, anda lloriqueando por tu perdón— dijo Max.
—Hagan el amor y no la guerra— dijo Leo y no pude evitar reírme. Ellos están igual de chalados que Alex, supongo que por eso son tan buenos amigos.
—Eso haré, los quiero chicos— dije, viendo a Alex, que me miraba con una sonrisa y los ojos brillantes, como si se alegrara de verme feliz.
—Te queremos, Ambercita, cuida de nuestro muchacho— dijeron, sorprendentemente al mismo tiempo.
—Y ustedes cuiden de mis chicas— dije, antes de quitarme los auriculares, pero antes de alejarlos de mi escuché un "ve por la chica, Alex", de parte de no sé quién exactamente.
Alex dejó los auriculares a un lado, para después rodear mi cintura con sus brazos, a la que vez que yo me inclinaba, abrazándolo, como si fuera su pequeña y creo que sí lo soy.
—Lo siento, amor— el paso sus manos por mi espalda y yo asentí, con mi cabeza en su hombro. Ya ni siquiera importa lo que dijo, solo quiero quedarme así.
—Está bien— susurré, acariciando su cabello. —Mira, tengo algo para mostrarte— saque el pendrive que me trajo papá y lo puse en su computadora. Busque entre los archivos hasta que encontré el video con el título "Amber, Keila, Nara y Alex vuelven del campamento". Cuando vi este video no podía creer que papá haya grabado tan legendario momento. Le di play y Alex miró la pantalla a la vez que nuestras versiones pequeñas aparecían en el video. Ellos cuatro estábamos bajando del autobús, como siempre yo fui la última en bajar, pero Alex se había quedado parado en la puerta, para extender su mano y ayudarme para que no me caiga. Yo no recordaba este momento, pero no pude evitar llorar un poco al verlo, pues parece que el destino jugó con nosotros, uniéndonos y separándonos, para que después terminemos aquí, abrazados en nuestra silla, en nuestro cuarto y en nuestro departamento, mientras yo estoy embarazada y él no sabe.