23. ¿Te gusta jugar por las noches?

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Narra Alex: Había sido una noche rara, empezó con un conflicto y terminó con Amber cantando en plena calle y para hacer todo más gracioso, la gente le dejaba dinero, con el cual, Amber pagó la comida. Eso dejó a mi abuelo completamente en la lona, no podía creer que Amber supiera crear momentos buenos de la nada y bueno, él dijo que ella era un prodigio, no entiendo que le sorprendió.

Con Amber llegamos a nuestro departamento a las once de la noche y ninguno parece tener ganas de dormir, aunque deberíamos, ya que ambos tenemos que trabajar mañana.

—¿Quieres un té?— le pregunté a Amber, se que eso la relajara y a mi también, necesitamos dormir y además, cuando Amber no duerme bien se estresa mucho y no quiero que eso le pase.

—De tilo, por favor— dijo ella, antes de irse al baño.
Mientras esperaba que el agua se caliente, les puse comida a nuestras mascotas. Me encargué de conseguirle el filete a Carlos, el cual él devoró gustoso.

—Te lo mereces, mi hermoso campeón— dije con una sonrisa, pero no lo acaricié, a él le molesta que lo toquen cuando está comiendo.

La caldera sonó, así que la apagué y serví dos tazas de té, las puse sobre la isla de mármol y después me senté.
Apoye mi cabeza en mis manos mientras trataba de procesar lo qué pasó hoy.
Amber me demostró una vez más que ella es capaz de pelearse con quien sea por mi, lo que me realmente me prende. Pues ver a Amber enojada es una visión excitante, sus mejillas se ponen rojas, su espalda se pone recta y su actitud de chica mala es todo lo que necesito para querer tirarmela sobre la primera mesa que encuentre.

Maldita sea, todo lo que necesito para ponerme de humor para el sexo es Amber, de solo pensar en el ella, en cualquier posición, ya me he puesto duro.

Me acomodé el pantalón una, dos y tres veces, no es momento de sexo, Amber está cansada y no quiero molestarla, ya sé estresó bastante hoy.

—¿Ya está el té?— preguntó Amber, pasando su mano por mi espalda, para después abrazarme y apoyarse en esta.

—Sí— respondí antes de girar mi rostro, para besar su sien.

—¿Qué pasa? ¿Por qué esa carita?— preguntó ella, subiéndose a mi regazo, pero dio un brinquito cuando sintió mi obvia erección.
—Oh, okey— ella se acomodó y me sonrió —Ya entendí— me besó.
—Vamos a dejar el té para más tarde— dijo antes de volver a besarme. Sus labios se movían lentos sobre los míos, tomándose su tiempo, succionando mi labio inferior y después volviendo a devorar toda mi boca, buscando mi lengua, mientras acariciaba mi cabello, tironeándolo un poco.

—Pero estás cansada, amor, necesitas descansar— acaricié su precioso rostro, hasta llegar a su cabello y puse un mechón de este detrás de su oreja, decorada con varias perforaciones.

—Nada me relaja más que tú, Alex— ella me sonrió, antes de pararse. Ella se colocó entre mis piernas, pero sus ojos no dejaron de mirar los míos, mientras que ella, desprendía mi pantalón y lo bajaba, liberando mi erección.
Ella lo tomó en su mano y cerré los ojos, mientras apoyaba mis manos en sus hombros.
Ella sabe perfectamente lo que está haciendo, sabe qué hacer y cuando, lo que realmente me excita. Amber empezó a mover su mano más rápido, pero antes de acabar la detuve.
Acerque mi rostro al suyo, para después besarla, sin nada de delicadeza, antes de acercar mi boca a su oreja y pude oír su agitada respiración en la mía.

—Súbete al mármol, sirena— dije antes de morder su cuello y ella gimió. Nunca me aburro de esto.
Ella corrió las tazas hacia una esquina y después dio un brinco, para terminar sentada frente a mi. Esa falda me estuvo tentando toda la noche, es más, quiero que se la deje puesta.
—Abre las piernas, preciosa— dije antes de bajarme los pantalones por completo, después me quité la camiseta y Amber realmente me comió con la mirada.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora