48. Me gusta cuidarte.

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Narra Amber: Todo era luz, todo era diversión, todo era música en mi cabeza y bum, de repente todo se puso negro y no recuerdo nada más hasta ahora, que estoy empezando a abrir los ojos.

Alex estaba sentado a mi lado, mientras se comía las uñas y estaba contando del uno al diez y vuelta a empezar. Se ve nervioso, preocupado y se balancea de adelante hacia atrás.

—¿Alex?— susurré lo más fuerte que pude.
El levantó la vista y me miró con sus saltones ojos celestes, mientras que el alivio parecía disolver el peso en sus hombros.

—Mi vida ¿cómo estás? ¿Estás bien?— preguntó el, tomando mi mano. Yo iba a responder, pero el timbre sonó antes de que yo pueda emitir cualquier sonido.
—El médico, quédate aquí, no te levantes— dijo Alex, antes de besar mi frente, para después salir del cuarto con rapidez.
¿Médico?

Ahora que recobro la conciencia recuerdo que mi regla está dos días atrasados, ya van dos veces que me desmayo y no he contado las veces que sentí náuseas estos últimos días.
Mierda. El pánico empieza a invadirme, las piezas caen en su lugar, no puede ser solo casualidad y entonces me aterrorizo.
Tranquila, solo estás paranoica.

—Pase— escuché la voz de Alex y poco tiempo después un médico entró a la habitación. Desde que me di aquel golpe en la cabeza de niña le he tenido miedo a este tipo de doctores, estos que usan bata blanca y traen su maletín.

—Buenas noches ¿Amber Mendes?— preguntó el doctor, a la vez que Alex le daba la silla del escritorio.

—Sí— susurré hecha bolita en mi lugar.

—Muchas gracias— el doctor le susurró a Alex, aceptando la silla.
No quiero que Alex esté aquí mientras hablo con el doctor, pues su presencia en esta situación es capaz de hacer que me desmaye tres veces más. Lo miré y él entendió, así que asintió antes de salir de la habitación.
—Soy Patrick, un gusto— dijo el, extendiendo su mano hacia mi, yo la tomé y nos dimos un amable apretón.
—Okey, señorita Mendes, según su novio has tenido dos desmayos ya ¿hay algún otro mal estar que hayas sentido?— preguntó el, de forma realmente amable, mientras sacaba su aparato para tomar la presión.
Hola, diosito, soy yo otra vez.

—He tenido nauseas y mareos— susurré, como una pequeña niña asustada, mientras él rodeaba mi brazo y empezaba a tomarme la presión.
El doctor Patrick me miró con las cejas alzadas, como si fuera obvio, pero no puede ser, soy muy responsable como para que esto me pase a mi.

—¿Te has sentido fatigada?

—He dormido un poco más de la cuenta— respondí, pues aunque quiera, no puedo mentirle al médico, debo aclarar estas dudas y con rapidez.

—¿Has sentido tus pechos más sensibles o quizás algo de dolor en ellos?— él apartó el aparato de mi y lo guardo en su maletín, antes de anotar algo en su libreta.

—Eh, sí, pero yo, eh... siempre me duelen cuando mi periodo está por llegar.

—¿Cómo está tu periodo?

—Dos días de atraso— susurré y el doctor me miró como si fuera más que obvio.

—¿No te has hecho un test de embarazo?— preguntó el, tratando de calmarme a través de su tono de voz, pues supongo que el pánico se sale por mis poros.
Negué con la cabeza y él sonrió levemente sin mostrar los dientes.
—Amber, tal vez deberías pasar por el médico, para poder hacerte una prueba, pues ante los hechos, creo que estás embarazada— dijo él y sentí como si una casa hubiese caído encima de mi pecho.

¿Embarazada?
No, no puedo estar embarazada, debe ser otra cosa. Tal vez me siento mal porque mi periodo está por llegar, yo he leído que la píldora puede hacer que la regla sea irregular. Tal vez estoy enferma y no lo sé.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora