36. Se feliz.

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Maratón 2/4

Narra Alex: "Yo moriré, Alex, pero no en paz. Te he hecho mucho daño, a ti, a tu mamá, a tu padre y jamás voy a poder disfrutar de David. ¿Podrías al menos perdonarme antes de morir?"

Las palabras de Rami siguen sonando en mi cabeza y por más que hace un rato me sentía triste, ahora estoy enojado. Tengo ganas de romper cosas y patearle la cabeza a mi abuelo. No puede estar ausente toda mi vida y mortificarme en sus últimos días. Es injusto, no merezco sentirme culpable por el. Fue malo, me creó la mayoría de mis inseguridades y ahora me da pena. Él no sintió pena alguna cuando tuvo que lastimarme, entonces ¿por que yo sí tengo empatía por el?

Amber y yo nos habíamos quedado a dormir en su casa, ya que él dijo que necesitaba hacer algo con nosotros dos mañana. No se que mierda sea, pero no tengo expectativa alguna.

Mi celular sonó, así que lo tomé, para ver que tenía un mensaje de Amber, así que giré mi cabeza para verla, ya que está acostada a mi lado.

—Am...— me interrumpió

—Léelo.

Miré mi celular una vez y leí el mensaje.

*Quiero verte así, no cómo estás ahora. Amo todas tus facetas, pero me duele cuando te callas y me ocultas lo que sientes*
El mensaje estaba acompañado de una foto mía del verano pasado.

Realmente me molestó que ella no se haya quedado conmigo. La necesitaba mucho a mi lado, todo hubiese sido más fácil y seguramente no me hubiese puesto a llorar como un tonto frente a mi padre y mi abuelo.

—Te hubieses quedado conmigo y no estaría tan enojado— susurré, antes de dejar el celular sobre la mesa de luz. Aún no puedo creer que en esta casa haya un cuarto de invitados mejor equipado que toda nuestra casa.

—No me digas que estás enojado porque no quise ser parte de la conversación— dijo Amber, parándose de la cama. Yo me senté al borde, dándole la espalda.

—Necesitaba que me acompañarás, sabes que no me gusta estar a solas con mi padre y mi abuelo— le respondí, mirando como su sombra se movía por la habitación.
Amber y yo no solemos discutir, en realidad tampoco considero esto una discusión, ya que me cuesta mucho hablarle mal o hacer cualquier cosa que a ella no le guste.

—Alex, esa charla con tu abuelo no iba a ser ni más ni menos importante si yo hubiese estado ahí, te hubieses sentidos igual y seguramente estarías igual de enojado, haya estado o no ahí— dijo Amber, parándose a mi lado, cruzada de brazos.
—Tienes que madurar en esa parte de ti, no puedes culparme por sentirte culpable, lo sabes— ella se paró frente a mi, mientras tomaba mis mejillas y me obligaba a mirarla.
Mierda, ella tiene toda la razón. Estoy haciendo un berrinche de niño pequeño y ella no se merece estas quejas que no son por ella.
Estoy enojado, sí, pero no es con ella, pues Amber solo me hace sentir mejor y me hace pasar cosas buenas. Debería devolvérsela, debería estar besándola y quitándole la ropa, no haciendo esta estúpida escena.

—Lo sé, lo siento, soy un niño mimado por ocasiones— agaché mi mirada, mientras la abrazaba por la cintura, apoyando mi cara en vientre.

—Alex, mírame— dijo ella, acariciando mi cabello. Levanté la vista, encontrándome con su mirada seria, lo que lamentablemente me calienta, pues Amber enojada siempre lo hizo.
—Es bueno que reconozcas tus errores, te daré un premio por eso— ella se alejó de mi, para después caminar hacia la puerta. Ella puso el seguro y después se dio vuelta, con una sonrisa pícara en su rostro.
Sirena pervertida, me has venido a visitar.

Amber tomó los extremos de su top y se lo quitó, dejándome ver sus pechos de un momento a otro. Quiero enterrar mi rostro entre ellos con las mismas ganas que tenia a los 18. Poco después se desprendió el jean, para después bajárselos, dejándome ver sus braguitas negras, que hacen a su trasero lucir tan hermoso. Aunque es difícil que su trasero no se vea hermoso.
Amber apagó la luz, para después caminar hacia mi. Prendí la lámpara con rapidez, pues si fuera por mi tendría sexo con la luz prendida, no perdería un detalle del cuerpo de mi novia, pero ella prefiere la luz tenue para estas ocasiones.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora