14. Feliz cumpleaños, Alex.

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Narra Amber: Alex me había pasado a buscar al trabajo, ya que queríamos comprar un nuevo armario para nuestra habitación, lo que me puso muy feliz, porque estoy ansiosa de comprar uno que tenga un espejo gigante. No le he comentado mi idea a Alex, pero supongo que le va a gustar la idea cuando le cuente mis planes.

El iba tranquilo, ya no está tan estresado como los otros días, lo que me alivia a mi también y mucho.
Hoy me he encargado de recordarle que mañana es su cumpleaños durante todo el día, no para molestarlo, sino para que me diga si quiere cancelar, lo que me tiene nerviosisíma, porque no quiero que Grace se ponga triste.

Llegamos a la tienda de muebles y nos bajamos del auto, esperé a que Alex rodee el vehículo para después poder tomar su mano.

—¿Sabes que mañana es tu cumpleaños?— sonreí a la vez que levantaba la vista para mirarlo.

—No lo olvidaría, mi novia es muy molesta y se encargó de recordarmelo...— bajo su mirada y pegó su rostro al mío —Todo el día— dijo antes de besar mi nariz y yo sonreí.

—No canceles, por favor— le rogué a la vez que nos adentramos a la tienda.

—No lo voy a hacer, no después de que tú y la abuela se esforzaron tanto con lo que hayan hecho— respondió el, entrelazando nuestros dedos. Un suspiro de alivio abandonó mis labios,  okey, Grace no tendrá tristezas estos días.

Con Alex empezamos a ver muebles, me parecían todos muy hermosos, pero no eran lo que yo buscaba. Alex y yo tomamos caminos diferentes, ya que yo me fui a ver muebles al otro extremo de la tienda y encontré el armario perfecto.

Era con puerta corrediza, así que lo abrí, para ver que tenía varios estantes, era espacioso y era suficiente como para Alex y para mí, además, toda la puerta era espejo, justo lo que yo buscaba, pero debo preguntarle a Alex, así que lo llamé llamando la atención de algunas personas que estaban en las tiendas, pero poco me importó cuando Alex se acercó a mí, caminando glorioso como siempre e ignorando a los demás sin problemas.

—¿Qué pasa, amor?— preguntó el rodeando mi cintura.

—¿Qué opinas de este?— le señale mi elección.
El miró el armario, con una mirada confusa, hizo un puchero y frunció el ceño.

—Em, un poco grande el espejo ¿No?— preguntó viendo nuestro reflejo. Tal vez si le cuento por quiero este cambie de opinión. Acerqué mi boca a su oído y susurré:

—Tu solo imaginar poder vernos mientras tenemos sexo— me alejé y admiré como una sonrisa disimulada se asomaba por sus labios a la vez que miraba nuestro reflejo.

—Este es— dijo antes de ir a hablar con el vendedor.
Luego de comprarlo y pedir que lo lleven a domicilio, Alex demostró un interés grande por el mueble.

—¿Se puede saber cuándo estará en casa?— preguntó Alex guardando su tarjeta de crédito en la billetera y después se guardo esta en el bolsillo.

—No teníamos entregas planeadas hoy, jefe, así que a las siete estará en su hogar, señor— dijo el joven que atendía la caja y Alex frunció el ceño cuando le dijo señor.

—Perfecto, muchísimas gracias— dijo Alex, para después tomar mi mano y poder retirarnos.
—¿Señor? Que horror, aún soy jóven— dijo Alex a la vez que salíamos del local. Nos chocamos con Keila y Nara, yo les había pasado la ubicación del lugar, porque quería que me acompañen a buscar el pastel que había encargado, en realidad encargué dos, pero no quiero que Alex los vea, hasta después de las doce.

—Oh, que casualidad— dijo Nara con una sonrisa.

—Hola, chicas— Alex las abrazó a las dos al mismo tiempo. Me sorprendió mucho cuando ellos se empezaron a llevar bien, Nara solía odiarlo, pero cuando empezamos a compartir tiempo juntos, ellos crearon un tipo de hermanandad que no se rompe.

—Amber, Nara y yo íbamos a hacer unas compras para mis mamás ¿Vienes?— preguntó Keila con una sonrisa y yo me reí de los nervios, si escondemos así un pastel imagínense un aparato de la NASA.

—Sí, claro, te veo en casa, bebé— le dije a Alex antes de besarlo y el me hizo un puchero, bastardo.

—¿Me dejas solo? ¿Y no me invitan?— dijo haciéndose el triste.

—Ve a casa, son las seis y no quieres perderte la entrega— le sonreí y el negó, antes de abrazarme y susurrar en mi oído.

—Sirena pervertida, prepararé el estreno de ese gran espejo— mordió el lóbulo de mí oreja y yo tuve que agarrarme de su brazo para no caer de rodillas ante el y tanta excitación.

El se subió a su auto después de despedirse y se fue.
Con las chicas empezamos a caminar por centro, ya que la pastelería está aquí cerca y mientras empezábamos a charlar.
[...]
Narra Alex: Después de instalar el armario en la habitación, me senté en la cama y me miré en el espejo. Wow, Amber tiene ideas que me ponen de rodillas ante ella. Me imaginé la escena, a Amber, apoyada en sus rodillas y manos, desnuda y gimiendo mi nombre, sencillamente celestial.

Decidí ir a bañarme, así hago tiempo para esperar a Amber, que no llega, seguramente se entretuvo con las chicas.
Abrí la ducha y me metí debajo, mientras veía como el vidrio se empezaba a empañar.
Mañana es mi cumpleaños, nunca me había interesado, pero aunque quiera negarlo, Amber me ha despertado el gustito por mi cumpleaños, ella siempre lo celebra de una manera u otra, pero me pone muy feliz, además ella me demuestra un cariño tan especial que debo admitir que espero mi cumpleaños para pasarlo con ella y con los chicos, que siempre encuentran una forma de hacerme divertir.

—Alex— oí la voz de Amber, así que cerré la ducha y me seque, para después envolver una toalla al rededor de mi cadera.
Salí del baño y me la choque en el pasillo.
—Estoy de suerte hoy ¿Eh?— pasó sus manos sobre mis abdominales sin descaro.

—Yo estoy de suerte todos los días— le sonreí y la besé.

—¿Podemos pedir pizzas?— preguntó ella, tomándome por sorpresa.
¿Qué es ese cambio de tema repentino?

—Si tú quieres— fruncí el ceño y besé su mejilla.

—¿De qué quieres?— preguntó a la vez que se sacaba su gabardina y acomodaba su boina, la cual no se quitó.
Es tan preciosa que me sorprende lo suertudo que soy por tenerla.
[...]
Estaba dormido, cuando mi celular empezó a sonar ¿Qué hora es y quién mierda llama?
Me senté en la cama y noté que Amber no estaba, aún así, tomé mi celular, para ver que era ella misma quien me estaba llamando.

—¿Amor, dónde estás?— pregunté restregando mis ojos.

—Estoy en la cocina— susurró ella
—Tienes que venir a ver cómo están durmiendo Carlos y Bonito, morirás de ternura— dijo con emoción.
Me levanté con pensantes a la vez que gruñía, estirando mi espalda.

—Más vale que estén durmuendo agarrados de la mano o nada de esto valdrá la pe...— mis palabras fueron calladas ante la imagen de Amber sobre el mesón.
Ella estaba en un conjunto de lencería blanco, con sus lentes puestos, los cuales estrenó hace poco y en mi defensa dire que se le ven maravillosos, además de todo, un pastel descansaba a su lado.

—Justo a tiempo, señor Alex Thompson— dijo Amber bajandose del mesón con un brinco, camino hacia mí y besó mi naríz, para después morder mi labio inferior.
—Feliz cumpleaños, Alex.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora