39. Lo siento, Alex.

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Alex corría detrás de mi, como siempre lo hace. Las clases de educación física nunca me han gustado, en cambio a él le encantan, pero siempre encuentro una forma de distraerlo para que juegue conmigo.
Él es mi mejor amigo, junto a Nara y Keila. Ellos son los únicos que me tratan bien y me cuidan, Alex en especial, el otro día me defendió de Estefany, ella me quería pegar, pero él se interpuso y le dijo que si no me dejaba en paz se iba a encargar de que todos se vuelvan en su contra. Me pareció algo duro, pues se lo que se siente tener a todos en contra, pero Estefany se lo merece.

—Amber, deja de correr— dijo él y yo miré sobre mi hombro. Sus rizos dorados brillaban a la luz del sol, mientras que sus preciosos ojos azules se hacían rasgados con cada sonrisa que me dedicaba y yo creo que es el niño más guapo de nuestra clase.

—Bien— deje de correr y él se tropezó conmigo, haciendo que ambos caigamos al pasto.

—¿Estás bien?— preguntó el, quitándose de encima mío y me ayudó a pararme, pero vi que su rodilla estaba sangrando.

—Pero tú no, lo siento— susurré, antes de abrazarlo. Creo que él es bastante alto como para tener doce años, pero me gusta, me hace sentir protegida.

—Sanará, la piel se va a regenerar y será como si nunca hubiese sangrado— dijo el, abrazándome y me sonrió. Su sonrisa es preciosa y creo que jamás la olvidaré.

Narra Amber: Siempre me ha asustando la muerte. Pues fui y soy consiente de que no sé cómo enfrentarla, no sé cómo reaccionar, ni que decir. Recuerdo que solía pensar en el día que mis padres mueran y recuerdo sentir que la soledad me abrazaba como si tuviera dos poderosos brazos, capaces de ahogarme.

Pero ahora estoy asustada, ya que no se que decirle a Sebastian, ni a Alex. Ambos están muy tristes, solo que Rosemary consuela a su hijo y viceversa. Yo estoy tratando de hacer lo mismo con Alex, solo que él no habla.

Ahora estábamos sentados en el piso de uno de los pasillos del hospital, mientras que Alex se come las uñas y yo acaricio su cabello, para hacerle saber que estoy aquí para lo que necesite.
Para mi suerte había decidido usar zapatos normales con el vestido, pues a esta hora andaría descalza y parecería una loca, pero poco me importaría.

Alex levantó su vista, dirigiéndome la mirada por primera vez desde que nos sentamos aquí. Sus preciosos ojos ya no eran brillantes de emoción, estaban brillando en lágrimas, mientras que él se mordía el labio, como si estuviera tratando de contener algo.
Acaricié su mejilla, para después en apoyar mi frente en la suya, antes de darle un pequeño beso.

—No dejes que me ahogue, sirena— susurró el, con el labio tembloroso.

—Jamás— respondí, antes de besar su frente y Alex pareció rendirse.
Empezó a llorar mientras aferraba sus brazos en mi cintura y apoyada su cabeza en mi hombro, mientras que yo acariciaba su cabello y le daba besos en la frente.
Así como a veces me cuesta desahogarme a mi, a él también y hay veces en las que se derrumba. Comprendí que Alex nunca llora por una sola cosa, ya que empieza llorando por un motivo, pero después, todas las cosas por las que no lloro se juntan en un solo llanto.

—Solo nos dimos un abrazo en todas nuestras vidas, fue una mierda conmigo ¿por qué estoy tan triste?— sollozó el, mientras se aferraba a mi, como si yo fuera su salvavidas.
Creo que Alex siempre lucho por complacer a todos, en especial a sus abuelos. Era un niño que necesitaba amor y es así como lo veo ahora mismo. Siento que esa parte de él nunca sano y Rami reaccionó demasiado tarde como para poder solucionarlo. Cada vez que pienso en la forma que se abrazaron el otro día, recuerdo que se sintió como una despedida y eso es lo que fue prácticamente.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora