15. Ella es la peligrosa

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Narra Amber: Alex me miraba con una pequeña sonrisa, a la vez que me abrazaba por cintura, lo cual a veces se le dificulta porque soy muy baja a su lado, pero se las ingenia

Me gusta mucho consentirlo el día de su cumpleaños, quiero que lo pase bien, como se lo merece. Verlo crecer junto a mi ha sido todo una aventura y ha sido la mejor de todas.

Antes de decir cualquier palabra, preferí darle la carta que le escribí en la madrugada. El la tomó a la vez que su sonrisa se hacía más grande.
El la abrió y yo me volví a sentar en el mesón para admirarlo con un poco de distancia. Me da bastante vergüenza entregarle mis cartas y verlo leerlas, pero vale la pena cuando el me sonríe y se pone feliz. Ver a Alex feliz es lo único que quiero y si yo puedo hacerlo, me sentiré privilegiada.

—Fueron los tres mejor encuentros de toda mi vida— dijo Alex acercándose a mí para besarme.

—Gracias— susurré contra sus labios.

—¿Por qué?— preguntó el mirándome con mucha ternura.

—Por no rendirte conmigo, por cuidarme, por quererme, porque elegirme a mi, por todo— besé su mejilla y acaricié su cabello.

—Eres tan tierna, sirena, te amo— me abrazó por la cintura y me acercó a el. Alex empezó a besar mi cuello, a la vez que acariciaba mi espalda, jugando con el broche del sujetador.
—Mi mejor regalo siempre serás tú— susurró el mordiendo la piel de mi cuello.

—Creo que es hora de estrenar ese espejo ¿No?— susurré besando su cuello.

—Oh, sí, querida, por supuesto que lo haremos— me besó, pero yo no pude evitar reírme, a Alex le encanta molestarme diciendo "querida", suena tan a mis abuelos.

Lo volví a besar a la vez que le quitaba la camiseta, pero antes de que pueda tirarla hacia alguna parte, sonaron unos golpes en la puerta.
¿Quién carajos puede ser a las doce de la noche?
Me puse la camiseta de Alex, a la vez que me bajaba del mesón.

—No perdonaré a quien sea que haya arruinado mi momento— dijo Alex metiéndole un dedo al pastel y arruinando la decoración, pero valió la pena cuando se metió el dedo a la boca y sonrió.
—Delicioso— dijo a la vez que yo salía de la cocina.
Me dirigí a la puerta y abrí para encontrarme con una chica rubia, bonita y con una sonrisa amable en su rostro.

—¿Si?— pregunto confundida. Pero después ví a Lucas parado en la puerta de su departamento y entonces caí en la cuenta de que seguro estuvo con el.

—Siento molestar a esta hora, pero es que quería saber dónde hay una parada de autobús o una parada de taxis aquí cerca— dijo la chica con cara de apenada.

—Oh, em, no te recomiendo que tomes el autobús a esta hora, pasará como en dos horas, pero si bajas, en la portería está Peter, el puede pedirte un taxi— dije con una sonrisa amable. Lucas es un idiota, podría acompañarla o pedirle un taxi el mismo. Ella no se ve contenta y el tampoco, tal vez es mejor que la ayude a salir de aquí lo antes posible.
—O mejor, yo te pido un Uber, déjame tomar mi celular— dije corriendo hacia la cocina, tomé mi celular y volví con la chica.

—No sé cómo agradecerte esto— dijo ella con una sonrisa amable.

—No es nada, el auto estará en la puerta en dos minutos— le informé para después darle los detalles del auto. La chica se despidió de mi con mucha amabilidad, para después irse por las escaleras, ella realmente se quería ir.

—Meh, novatas— dijo Lucas aún parado contra el marco de su puerta.
Idiota.
¿Será el hoy el día que entres a mi cama?— preguntó el con una sonrisa estúpida.
Pobre tonto.

—No será hoy, ni nunca, porq...— el me interrumpió.

—Porque es un barrio peligroso ¿No?— preguntó el desafiante.
Entonces Alex apareció a mi lado, para después rodear mi cintura con su brazo, pero sujetando a Carlos en su otra mano y para mí sorpresa, Carlos estaba mostrando sus colmillos, perdiendo del todo su aire de perro bueno. Lucas se paró derecho y toda la burla desapareció de su expresión. Cuando miré a Alex note porque, yo me hubiese desmayado ahí mismo si Alex me hubiese mirando así.

—El barrio no es peligroso, ella es la peligrosa— dijo Alex antes de cerrar la puerta y yo solté una carcajada.

—No pierdes el toque ¿Eh?— me pare de puntitas y acerqué mis labios a los suyos —Bad boy— susurré antes de besarlo.

—No me gusta que se metan con mi mujer— dijo el antes de morder mi labio.

Empezamos a caminar mientras nos empezábamos a quitar la ropa y para cuando llegamos al cuarto yo ya estaba con mi piernas rodeando la cintura de Alex y apoyada contra la pared.
Entonces Alex entró en mi y yo me aferré fuerte de su cuerpo, tenía miedo de caerme y es la primera vez que lo hacemos contra la pared.
Abrí los ojos y pude ver nuestro reflejo en el espejo. La espalda definida de Alex, con todos sus músculos contraídos, a mi, abrazándolo, a la vez que estábamos unidos, siendo uno, gimiendo, jadeando, tocando y explorando.

Alex me llevó hacia la cama y se acostó sobre mi, para volver a penetrarme y hacerme gemir otra vez.
Ví nuestro reflejo una vez más, fue la imagen más celestial que he visto en mi vida, el, sobre mi, mientras nos balanceamos al ritmo de sus embestidas.
Bajé mis manos hasta su trasero, enterrando mis uñas en sus nalgas, sintiendo cada embestidas, cada temblor, todo, todo se sentía muy intensamente y por más que quería seguir mirando, no podía, porque necesitaba cerrar mis ojos.

—Alex— gemí a la vez que envolvía mis piernas en su cintura.
Ambos empezamos a aumentar las sensaciones, aumentó el ritmo, la cama empezó a golpear contra la pared.

—Gime mi nombre, vamos, bebé— suspiró Alex contra mi oído antes de besarme. Volví a gemir su nombre, a la vez que el gemía el mío, alcanzando el orgasmo, juntos, a la vez que nos mirábamos a los ojos y yo clavaba mis uñas en sus hombros.
Yo ni siquiera había recuperado la noción del tiempo cuando Alex giró dejándome sobre el, para después empezar a acariciar mi espalda.

—Feliz cumpleaños— susurré en un tono burlón.

—Creo que me está empezando a gustar mi cumpleaños— respondió y sentí su sonrisa sobre mi frente, después de eso el la besó.

—Te amo, Alex, te amo mucho, no dudes nunca de eso ¿Si?— estiré mi mano para acariciar su mejilla. El me regaló una sonrisa muy dulce y en ese momento supe que no me podía permitir perder a este hombre por nada del mundo.

—Yo también te amo, Amber— el me besó y después acarició mi espalda nuevamente.

Miré nuestro reflejo en el espejo, a mi, sobre Alex, con el pasando sus dedos por mi espalda, besando mi cabello, mientras que nuestros cuerpos desnudos se amoldan como si no hubiese otra forma para ellos.
Quiero estar así siempre.

—Gracias, sirena— susurró el llamando mi atención.

—¿Por qué?— pregunté mirándolo a los ojos. El no respondió, solamente me besó y fue más que suficiente para mí.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora