53. ¿Seguiras que?

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Narra Alex: La cena siguió su curso, todos seguían pasándose los recipientes con comida, Jonathan, el abuelo y papá siguieron hablando de política, Ann y la abuela seguían hablando de jardinería, los chistes de los chicos siguieron  haciendo graci...

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Narra Alex: La cena siguió su curso, todos seguían pasándose los recipientes con comida, Jonathan, el abuelo y papá siguieron hablando de política, Ann y la abuela seguían hablando de jardinería, los chistes de los chicos siguieron  haciendo gracia, pero no a Amber.
Su expresión seguía siendo seria, su plato seguía intacto y solo se había encargado de cuidar a David, quien había notado su cambio de humor, así que de vez en cuando dejaba de comer para besarle la mejilla.

Yo solo seguía repasando cada momento de la noche en mi cabeza, tratando de entender que la hizo ponerse tan molesta.
Nunca me gustó verla así, pues se que debajo de esa cara de enojo solo hay una delicada rosa, que ha sacado sus espinas para protegerse a sí misma de cualquier daño.
¿Cual daño en específico? Esa es la pregunta.

He tratado de tocar su pie por debajo de la mesa, pero ella alejó el suyo y solo siguió mirando hacia cualquier parte, menos a mi.

—Amber ¿por qué no comes?— le preguntó Nara, con una sonrisa tímida.

—No tengo hambre— respondió Amber, antes de besar el cabello de David.

—Come un poco, imagínate que hay otra parte de ti que realmente necesita esa comida— dijo Keila y noté que había algo más detrás de esa imaginación.
Ella han vuelto a ser las misteriosas, alguno de nosotros se mando una cagada y como siempre apuesto que fui yo.

David terminó su cena, así que se dispuso de disfrutar de la mesa de dulces con Jonathan y papá. Así que aproveche y me levanté de mi lugar para después sentarme al lado de Amber.

—Amor— susurré, tratando de llamar su atención, pero ella solo se dispuso a comer un pequeño pedazo de carne de su plato.
—¿Qué pasa, princesa?— apoyé mi mano en su muslo y ella observó mi mano, como si se estuviera debatiendo entre tomarla o cortarla en trocitos.

—No abras la caja de Pandora— susurró, antes de que David vuelva corriendo a sentarse en su regazo, obligándome a quitar mi mano.
¿No abras la caja de Pandora?
Yo he escuchado eso antes, ella misma me lo ha dicho y no recuerdo que haya sido un momento grato de nuestra historia.

—Te traje uno, Ber— dijo David, ofreciéndole un alfajor.

—Oh, gracias, pequeño— ella lo tomó con una sonrisa amable, antes de volver a besar la frente de mi hermano.

—Ber ¿tú sabes por qué mi mamá no vino hoy?— preguntó David de pronto, causando que la mordida que Amber le estaba dando al alfajor quede por la mitad y que mi cuerpo entero se tense.
Otro bravo para la señora Cleo, se le ocurre internarse cerca del cumpleaños de su hijo menor. A veces siento que ella ni siquiera sabe cuando son nuestros cumpleaños, pues le importan tan poco que no me sorprendería que también se los olvide.

Amber terminó de masticar el alfajor y después contestó.

—La gente grande a veces tiene problemas y para resolverlos necesitan pasar un tiempo a solas, tu mamá necesitaba un tiempo sola, por eso no vino— explicó ella, de la manera más dulce que pudo y creo que David entendió, ya que asintió.

Alex (||)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora