55. Lo que los pedazos de mi corazón anhelan...

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–Doña Sugey, Don Mario

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Doña Sugey, Don Mario. —respiro profundo—.
Es que el problema no es que me busquen, el problema es que cada cosa que hago, y esta a mi alrededor me lo hace recordar todo. Yo los quiero con todo mi corazón, han sido personas increíbles conmigo, y siempre voy a estar en contacto con ustedes, pero esta vez me estoy haciendo prioridad, es lo que los pedazos de mi corazón anhelan así que con todo el dolor de mi alma, esta vez no voy a ceder a nada que no quiera y no me nazca. Me voy el domingo, lo siento mucho, pero necesito que se pongan en mi lugar y comprendan mi dolor.

Esta bien —responde Don Mario— tienes razón, no podemos ser egoístas contigo. Si eso es lo más quieres debemos de apoyarte, cuentas con nosotros para lo que sea y estaremos ansiosos de recibirte con los brazos abiertos cuando decidas volver.

Gracias Don Mario. —lágrimas rodan por mis mejillas—.

Disculpa mi niña, pero es que me va ser difícil acostumbrarme a no verte. Pero si, Mario tiene razón, no tenemos que ser egoístas, te quiero tanto y aquí vamos a estar para cuando estés completamente sanada.

No te iremos a dejar al aeropuerto porque no nos gustan las despedidas de este tipo. Así que esta será nuestra despedida. —expresa Don Mario—.

Te deseamos un buen viaje, que Dios te bendiga enormemente y ojalá regreses pronto.

—Se levantan de la silla y me abrazan—.

Me dan el abrazo más duradero de toda mi vida.

—salimos del despacho, se despiden de mis padres y los acompañó a la puerta—.

Salen, se suben al auto y se van.

-—ágrimas salen de mis ojos cuando los veo partir, pues al igual que ellos me ven como una hija, yo los veo como mis segundos padres—.

Camino hacia la sala.

Todo bien mi amor?. —Pregunta mi padre—.

Si. —respondo balbuceando—.

Ven acá mi amor. —dice señalando una orilla del sofá para que me recueste a él—.

—me acerco y me recuesto—.

Empiezo a llorar.

Llora mi amor, llora todo lo que quieras.

No hay dolor más grande que sentirse roto.

Amalia, prepara un Té para Heaven por favor.
—grita—.

En seguida señor. —responde—.

—mi madre y alexandra solo estan calladas—.

—llega Amalia con el té—.

Aquí esta señor.

Tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora