Capítulo 7.

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—¡Halley! ¡Halley! ¡Aquí!

Saludo. Sonrisa. Pose.

Así es estar frente a tantas cámaras, repitiendo la rutina frente a tiburones hambrientos. Menos mal no me han preguntado por cómo le grite a Dick, me disculpe con él, pero esta vez solo asintió.

Siempre arruino todo.

—¡¿Halley dónde está Evan?! — una periodista grita.

¿Por qué me preguntan por él?

Evito la pregunta y solo sigo sonriendo frente a ellos. En ese momento la gente comienza alborotarse.

Y ahí está él.

Evan viene caminando hacia mí, hasta que se posa a mi lado.

—¿Qué estás haciendo? — digo apretando los dientes.

—Hago que me tomen fotos.

—Espera tu turno — musito.

Evan parece no escucharme y si lo hace solo me ignora. Decido irme, pero antes de que pase por su lado me toma por la cadera.

Todos gritan.

—Me lo debes por irte como una niña mimada — susurra contra mi cabello.

No miro lo con ojos de amor como todos quieren que aquí lo haga, sino todo lo contrario.

Lamentablemente sigo la farsa y sonrío a su lado. Cuando ya han tomado fotos suficientes de ambos me separo de él haciendo mi camino hacia el hotel.

Pero no lo logro, no cuando me vuelven a jalar por el codo solo que esta vez no es Evan, esta vez es otra admiradora loca.

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—¡Tú maldita perra!

—Por favor, suéltame — pido.

No quiero armar un alboroto, no otra vez.

—Suéltame, por favor.

—¡Vete a la mierda!

Y eso intento, pero no me suelta. Solo se sigue aferrando a mi brazo, este empieza a doler.

—¡Qué me sueltes!

Esta vez ya hay gente mirándonos.

¿Dónde demonios están Rice o Dick?

Me intento soltar, pero solo provoco que la chica clave sus uñas en mi brazo. Rice llega rápidamente e intenta hacer que me suelte sin lastimarme.

No lo está logrando.

—Suéltala, por favor.— dice una voz familiar. Evan está parado de tras de mí.

La chica lo ve, y todos pensamos que cederá, sin embargo, no lo hace.

—¡Te odio tanto Halley Collins!

Yo también lo hago.

Y lo siguiente que pasa es que me escupe en la cara. Todo pareciera ocurrir en cámara lenta, los reporteros ya se encuentran corriendo hacia nosotros, la gente quiere llegar a la valla para poder ver mejor el espectáculo. Si grito o reclamo estaré acabada, solo me quedo ahí parada reteniendo las lágrimas.

Quiero irme de aquí, no importando si mi brazo es arrancando, solo que  mis piernas se rehúsan a moverse. Los gritos y flashes empiezan a aturdirme.
Si no me muevo verán lo débil que siempre he sido, si lloro se acabara el personaje.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora