Capítulo 36.

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Nos quedamos unos minutos abrazándonos, como si fuera la única forma de reparar lo que de ahora en adelante tendríamos.

Antes de irse, Klein sostiene mi rostro entre sus manos y no cierro los ojos.

Sé que no me besara.

En su lugar acaricia con sus pulgares mis mejillas dando un largo suspiro.

Después de todo eso sería el último.

Klein se aparta. Baja los escalones decididamente, pero antes de subir a su auto me da una ultima mirada.

Segundos después veo su auto desaparecer al final de la calle.

Sé valiente.

Al entrar por la puerta corro por mi celular. Estoy decidida, ahora no hay ataduras que me impidan decir lo que siento.

Escribo solo tres palabras y presionó enviar.

"¿Tarde de películas?"

Minutos pasan y no hay respuesta.

¿Habré tardado?

"Estaré ahí. "

Después de todo no lo hice.

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Cuando abro la puerta y lo veo ahí parado, puedo decir que mis pulmones logran hacer su función de nuevo.

—Adelante, aún no pongo la película, pero...

—Lo siento —Es lo primero que dice —. Ese día en la fuente de sodas fui un idiota, bueno últimamente lo soy más y... en verdad lo siento Lei.

Suelto una bocanada de aire —:Yo tampoco fui muy buena contigo, también lo siento.

Comienza a negar.

Evan da un paso, y otro más hasta que por fin está dentro de la casa.

—¿Puedo abrazarte? Siento que si no lo hago no estaré en paz conmigo mismo.

—¿Y por qué no un apretón de manos?

O no podré resistirme.

Estiro mi mano hacia él y Evan solo lo observa.

—¡A la mierda!

Coge mi mano jalándome hacia su pecho.

Yo me quedo perpleja.

—Puedes golpearme después de esto, no estoy a favor de la violencia, pero habrá valido la pena.

Intento reprimir una risa, pero no lo logro.

Me alejo para verlo a la cara y él también está sonriendo.

—Eres imposible, Evan Arwenson.

—Tú lo eres aún más, Halley Collins.

Y aquí estamos, dos personas viéndose una a la otra con una sonrisa boba en la cara.

—Ustedes son raros.

Nos separamos al escuchar la voz de Gemma.

—¡Gemma! —digo nerviosa.

—¿Interrumpo algo? —pregunta parada en el umbral.

—¡No, no adelante! —sabe que interrumpió algo o Evan no estaría tan nervioso tocando su cuello.

Gemma me evalúa de arriba abajo y después hace lo mismo con Evan.

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