Capítulo 37.

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Salto de la cama, y puedo decir que el entusiasmo que siento es similar a cuando grabé mi primera película, un nerviosismo del bueno.

Corro al baño y me tomo un buen rato en la bañera, aprovechando al máximo cada minuto. Al salir, de mi armario cojo un vestido largo suelto color azul cielo y unas sandalias a juego.

Poco después, arreglo mi cabello de manera natural y solo agrego un poco de maquillaje.

Al bajar como mi desayuno, nunca antes había sentido tanta prisa por terminarlo.

La manera en cómo actúa nuestro cuerpo cuando algo bueno está por suceder es inexplicable, es como si un centenar de hilos fueran jalados desde el interior y estos formarán un nudo de emociones.

En este momento no me siento un nudo, soy un nudo.

Nueve de la mañana.

Diez de la mañana.

Medio día.

Evan no llegó.

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Tendida en el piso de mi sala espero con el celular en la mano a que Evan justifique su tardanza.

No lo hace.

Mis sandalias ya están regadas por la habitación, lo que se suponía era mi peinado natural ahora es una maraña, y el labial se ha ido después de comer tres platos de granola con yogurt.

¿Por qué me dejaría plantada?

Dos de la tarde.

Tres de la tarde.

Cuatro de la tarde.

No vino.

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Después de esperar por horas decido salir a comprar algo para comer. Ese era la idea. Sin embargo, sin darme cuenta llego a la costa de Long Shine.

No lo entiendo, Evan será la persona más impuntual, ¿pero por qué no avisarme que no vendría?

Quito mis zapatos y dejo que la arena entierre mis pies. Y me quedo quieta, tan quieta que la decepción y las ganas de llorar me envuelven en su manto.

— Que tonta eres Halley. Tonta.

Doy golpecitos en mi cabeza, como si eso fuera ayudarme a sacar mi estúpida idea de confesarme.

— Eso no evitará que pienses en tonterías.

Levanto mi mirada y veo a Wallace a mi lado.

— Ah, solo eres tú — digo con algo de decepción en mi voz.

— Perdón por ser solo yo y no ser quién esperabas. — dice sentándose y quitándose las gafas de sol.

— No espero a nadie, ¿acaso no puedo tener citas conmigo misma?

— Claro que puedes, pero al parecer la cita no va muy bien — dice en tono de burla.

La peor cita.

— No necesito de tu consuelo, gracias.

Wallace se encoge de hombros.

Guardamos silencio y ambos observamos hasta donde parece terminar el mar. Así como también debería terminar lo que siento.

¿Desde cuando comencé a sentir esto?

— Wallace... — de nuevo capto su atención —. Alguna vez te ha gustado una persona que creíste que jamás lo haría. Ese tipo de persona que llega a tu vida y ¡boom! lo cambia todo.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora