Cuando logramos salir de todo el gentío, llegamos al auto de Wallace donde cientos de flashes nos invaden.
¿Todo volvería hacer lo de antes?
Sé que estaría en boca de todos, el odio volvería aparecer y regresaría a mi habitual rutina de no leer nada de lo que escribieran de mí.
Así que sí, todo volvería hacer como antes.
Se aferrarían en buscar una verdad, o en inventar alguna. Sin embargo, solo se darían cuenta que el espectáculo solo es una estrella de un mundo lleno de ellas.
Una total farsa solo para entretener.
Cuando por fin la puerta se cierra, logro volver respirar, así como todo el camino de vuelta a casa.
O eso intento.
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—¿En serio no quieres quedarte? —insisto una última vez a Wallace.
—Gracias, pero no me gusta dormir con conejos.
¿Conejos?
Gemma lo remata con la mirada y sale del auto.
—Gracias por traernos — digo antes de salir y porque Gemma huyó antes de agradecer.
—No hay problema.
Camino hacia la entrada, pero Wallace no se mueve de donde está.
—¡Diablos! —farfulla Gemma.
—¿Qué ocurre?
—Espera adentro, te sigo en un minuto.
Baja la escalerilla a toda prisa y va con dirección de nuevo hacia el auto.
¿Qué es lo que hará?
Wallace baja del auto, y por un segundo, solo por un segundo ahí parados creo que se besaran.
Pero no lo hacen.
Sino que ocurre algo aún más sorprendente. Wallace la sostiene entre sus brazos.
La está abrazando.
Se abrazan.
Gemma se aparta un poco y puedo ver que le murmura algo. Wallace sin dudarlo la toma por la barbilla, pero Gemma pone su mano contra su mejilla y la aprieta como si se tratara de un querubín. Wallace por el contrario, toma su nariz y Gemma lo golpea en el brazo.
Vaya forma de expresar su amor.
Solo ellos se entienden, me digo divertida.
Y ahí me quedo observándolos intentando entender las diversas formas de amor que existen.
O lo más parecido según nosotros.
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Cuando creí que el odio aumentaría, ocurrió todo lo contrario. Medios ya estaban anunciando que sería la próxima estrella más joven.
De pronto todos me amaban, unos no tanto. Pero en televisión, revistas, radio; mi cara y nombre eran pronunciados.
Hanna se había encargado de ello.
No sé si la odio más por cumplir su promesa o simplemente debería darle una palmadita en la espalda y disfrutar de ello. Después de todo era mi sueño.
Mi meta.
Tenía miles de pensamientos desde estrellas hasta corazones rotos. Pero ya no eran noches largas.
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EXCEPCIÓN
Romance¿Qué pasaría si obtener una estrella fuera tan sencillo como mentir? Halley Collins y Evan Arwenson se verán involucrados con el pasado, contratos y viejos amores. ¿Qué puede salir mal? Dinero, fama y codicia abundan en Stella City, pero las estre...