La resolana se filtra a través de las ventanas, mis párpados se rehúsan a abrirse, pero un ligero aleteo en mi barbilla me hace querer saber de qué se trata.
— Vuelve a dormir — susurra Evan en mi oído.
Me estiro girándome hacia él.
— ¿Y tú qué haces despierto?
— Solo quería verte babear — acaricia mi mentón.
— Sí, claro — río —. Ahora besar se llama observar.
— Bueno, eso también.
Evan se inclina y me besa. Como si fuera la cosa más normal del mundo, como si nosotros lo fuéramos.
— ¿Qué haremos hoy? — pregunto.
Me abraza acurrucándose entre mi cuello y hombro —: Podemos quedarnos a ver películas.
Comienzo a negar.
— ¿Por qué no? — murmura.
— Me lo prometiste, me prometiste un día de playa.
— ¿Aún lo recuerdas?
— Por supuesto, fue la primera vez que alguien me deja plantada.
Evan estira su mano, apartando el cabello de mi frente.
— Perdón por herir tu ego.
— ¡Fue mucho peor que eso! — gimo.
Evan se estira y patea las colchas —: Andando, mi chica quiere ir a la playa.
Su chica.
— ¡Andando!
Evan gruñe.
Me siento en el borde, pero Evan me jala devuelta a la cama. Tengo que levantarlo, si no de ningún modo iremos a la playa. Y quiero ese día perdido y muchos más.
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Extiendo la manta de pequeñas bananas sobre la arena. Evan deja a un lado la canasta improvisada que hicimos.
— Es un gran día de playa.
— Todos los días son un buen día para visitar la playa.
— Ahora lo son — contesta con una sonrisa en sus labios.
— ¡Vamos!
— ¿A dónde?
— A nadar.
Comienzo a quitarme las sandalias y mi vestido. Evan se queda completamente quieto, pero al verme correr con dirección al mar enseguida ya se encuentra viniendo detrás.
— ¡Está helada! — grita al sumergirse.
— No seas un bebé — salpico agua en su cara.
— ¿Bebé?
Evan se lanza hacia mí y me carga sobre su hombro dejándose caer. La sal del mar nos envuelve como si los días anteriores no hubieran existido, como si ahora solo fuéramos nosotros.
Solo él y yo.
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Poco después de jugar en el mar, nos tendimos sobre la manta, puse mi cabeza en su estómago y desde entonces no ha dejado de acariciar mi cabello.
— La próxima vez deberíamos traer bicicletas.
— Buena idea, también te ganaré — me levanto para tomar un gajo de mandarina.
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EXCEPCIÓN
Romance¿Qué pasaría si obtener una estrella fuera tan sencillo como mentir? Halley Collins y Evan Arwenson se verán involucrados con el pasado, contratos y viejos amores. ¿Qué puede salir mal? Dinero, fama y codicia abundan en Stella City, pero las estre...