Evan.

100 26 7
                                    

Después de dejar a Halley en casa, voy directamente a la mía, Nessa ya me estaba esperando.

Cuando vi lo que le habían hecho a Halley no pude evitar reaccionar como lo hice.

¿Por qué la atacaban tanto?

¿Por qué era una chica saliendo con un chico?

Eso parecía.

En todo caso, ¿por qué no me atacaban a mí? Ambos estábamos haciendo lo mismo, ¿por qué no atacar a ambos?

El auto huele a rastros de café, pero la cereza penetra aún más mis fosas nasales.

Necesito llegar pronto a casa.

Enciendo el motor, tiro del freno y abro la ventana para que el aire pueda llevarse todo rastro de ella.

✧°. ̧ ̧.• ́ ̄'☾✩☽ ́ ̄'•. ̧ ̧.°✧

Cuando cruzo la puerta, Nessa ya está entre mis brazos y en un abrir y cerrar de ojos ya nos encontramos en la cama de mi habitación.

Cada momento que pasábamos últimamente se había vuelto más feroz, instantáneo y urgente. No había delicadeza, ni mucho menos calma. Ambos queríamos sentirnos.

¿Por qué se sentía como una necesidad?

Después de quedar tumbados en la cama con las sabanas y la colcha a nuestro alrededor, me quedo observando el techo por un momento, Nessa ya está dormida y lo sé porque escucho un ligero ronquido. Su cabello rubio se expande por toda la almohada y su espalda se encuentra descubierta, me giro de lado para olfatearla, pero mi nariz no sólo capta el jazmín, sino que olfateo algo más.

Cereza, cereza.

Me levanto de la cama rápidamente y voy con dirección a la ducha, era yo después de todo.

El líquido del café cae en las losetas, Nessa no había logrado lamer todo el caramelo.

¿Pero y el refresco de cereza?

¿Por qué lo sentía impregnado aún más en mi piel?

Enjabono, enjuago y tallo con el fin de borrar todo rastro que el aire se limitó a llevar. Levanto mi rostro hacia el chorro del agua y me quedo ahí por un instante, y lo primero que vuela a mi cabeza es mi primer beso con Nessa.

Ese día hacía mucho frío, el viento soplaba y cuando estaba por bajar del auto mande todo a la mierda y la tome por sus mejillas plantando mis labios sobre los suyos. Ella no me mato, ni salió corriendo; ella solo me respondió el beso.

Me respondió cada momento a partir de ese, y sabía que yo tenía que responderle de igual manera.

Éramos la respuesta de ambos.

No habría más incógnitas.

Pero cuando recuerdo el primer beso con Halley, una sacudida en mi pecho se alborota. Podía sentir sus nervios, sus temblores y los míos aún más. Pero a pesar de eso, la notaba segura, decidida.

Yo me sentía intimidado.

Recuerdo que cuando ella cerro los ojos, yo no podía hacerlo, quería verla así frente a mí, con sus largas pestañas acariciando su piel, y las pecas esparcidas por su nariz.

Quería verla.

Porque, aunque mi cabeza sabía que era actuación, mi corazón no lo sabía y saltaba porque sabía que iba a besarla.
Iba a besar a la chica que siempre había estado admirando desde lejos.

La estrella Halley, una estrella que ni antes ni ahora imagino tener.

Cojo una bata y salgo del baño.

Afuera me apresuro a buscar unos bóxeres para regresar a mi lugar habitual.
Solo que esta vez acomodo a Nessa entre mis brazos y me dejo sumergir en su aroma, en aquel deseo que alguna vez pedí.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora