Capítulo 20.

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Casi es medio día y después de estar en cama toda la mañana, por suerte convencí a Klein de ir a su agencia para asegurarles que se encontraba bien.
Tomo una ducha y al salir elijo la ropa de mi armario; una falda de cuadros estilo escocesa, mallas y un suéter negro de cuello alto. Por último, elijo unas botas de tacón.

Me reuniré con Evan y le hablare acerca de lo que ocurrió, por supuesto omitiré detalles.

¡Puedes hacerlo!

Termino de cepillar mi cabello dejándolo suelto, cojo una pequeña bolsa y hago mi camino al lugar habitual.

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Al llegar a la cafetería no veo a Evan en ninguna de las mesas. Ni mucho menos en la mesa
de la terraza.

¿Acaso ya sabe lo de Klein y por eso me dejo plantada?

Estoy afuera marcando a su celular, pero no hay respuesta.

Si los paparazzis me vieran, pensarían que soy una novia exagerada.
Enseguida un claxon pita y me giro hacia dónde proviene el sonido.

Evan.

— Que impuntual, llevo esperándote por más de diez minutos.

— Sube. — me ordena.

— ¿Qué? ¿Por qué? — pregunto sorprendida —. La reservación está hecha.

— Estoy harto de hacer siempre lo mismo, anda sube.

Titubeo —:  Pero...

— Collins sube tu trasero, ¿O prefieres que yo lo haga?

Abro la puerta de mala gana.

— ¿A dónde me llevas?

— Aguarda y verás.

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Llevamos en el carro al menos  una hora con 40 minutos y aún no a dicho ni una palabra de a donde nos dirigimos.

— Confiesa Evan, ¿A dónde me llevas?

— Lei eres demasiado impaciente, ¿Te lo han dicho?

—  Nunca.

— Pues entonces me alegra ser el primero.

Es momento de que le digas, tienes que mantenerlo al tanto. Después de todo somos un equipo.

— Evan tengo que... — me interrumpe.

— Llegamos, ahí está.

Señala mi ventana y yo sigo su dedo. Y aquí estamos.

Star Mount.

En el lugar donde se cuentan las estrellas.

— ¿Por qué no me dijiste que me vendríamos aquí? — pregunto anonadada.

— ¿No conoces las sorpresas?

— Hablo en serio, hubiera traído ropa más cómoda e incluso mi cámara.

Evan estaciona el auto.

— La mejor cámara está aquí — da un golpe en mi frente.

Desabrocha su cinturón y baja del auto, enseguida lo sigo.
La montaña solo la había visto a lo lejos y por fotografías, pero jamás me había animado a venir.
Me parecía demasiado lejana, pero ahora estoy aquí en sus faldas.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora