Capítulo 51.

84 20 24
                                    

— ¡Eres estúpida o qué te pasa!

Estar sentada con la boca cerrada, escuchando insultos de McNally, no es mi cosa favorita.
Si quiero que me apoye en esta relación que empezó por un contrato, debo seguir clavando las uñas en mi puño.

— Todo seguirá como estaba, solo que esta vez será real.

— ¿Y qué te distraigas de tu carrera por un amorío sin futuro?

— Iré a Fire Hill, conseguiré mi estrella, nada de eso va a cambiar.

— ¿Y Sparkly? ¿Su agencia lo sabe? — gruñe — ¿Rosetta sabe de esto?

Ro...

— Nosotros nos encargaremos — mi voz carraspea —. Evan hablará con Hanna, y yo hablaré con Ro; ella entenderá.

Por favor, por favor.

Como algo tan sencillo como salir con alguien, tenía que ser complicado. Si ambos sabíamos de nuestros sentimientos y eran mutuos.

¿Por qué parecía tan incorrecto?

¿Por qué necesitábamos una aprobación?

Si nuestros corazones ya habían hecho su elección.

— Si estás segura de que esto funcionará, adelante. Pero no quiero daños a la imagen de la empresa. A mí como tú publicista. — toma la taza de su café y sale por la puerta.

Al verlo cruzar suelto un suspiro de alivio. Fue sencillo, la parte complicada estaba por venir.

✧°. ̧ ̧.• ́ ̄'☾✩☽ ́ ̄'•. ̧ ̧.°✧

Giro la cerradura, y al entrar por la puerta veo la espalda de Ro en mi cocina.

— Hola, ¿por qué no me dijiste que estarías aquí? — dejo caer mi bolsa sobre el sillón.

— Solo vine a prepararte algo de comer, pensé que tendrías hambre.

— Muero de hambre, gracias.

Tienes que decirle, ella entenderá. Te ama.

Me siento en un banquillo de la barra y Ro me estira un plato de pasta con tres quesos.

Mi favorita.

Se sirve un plato y cena junto conmigo, ninguna de las dos habla, pero quiero creer es por lo bien que le quedó la pasta. Aunque el tenedor lo sienta temblar en mi mano.

Veo a Ro caminar a la mesa de centro, trayendo algo consigo. No puedo ver de qué se trata, hasta que lo estira por la barra con dirección hacia mí.

— ¿Qué es? — frunzo el ceño.

— Mi carta de renuncia.

— Deja de jugar Ro — suelto una risa nerviosa.

Cojo el vaso que tengo enfrente, y aunque sé que solo es agua quema mi garganta.

— Ya no puedo seguir trabajando contigo Halley.

— ¿No puedes? — escupo —. ¿Por qué? ¿Qué pasó?

— Me enteré sobre tú y Evan. — silencio —. Y yo decidí...

— Decidiste abandonarme — termino por decir.

— ¡Nessa tiene el corazón roto! — chilla — Llora todas las noches, no toca ni su comida, tienes que entender que es mi hija.

— ¡¿Y yo que soy?! — levanto la voz.

Ella no contesta, solo me mira fijamente y con eso entiendo todo.

— Si es así, tú no renuncias. Yo te estoy despidiendo. — grito

— Halley... — comienza a hablar.

— Todo esto lo hice por ti, acepté esta relación por ti. Y ahora que tuve sentimientos reales ¿Es mi culpa?

— Nessa está destruida, yo no puedo dejarla lidiar con todo esto sola.

— La elegiste a ella — mis ojos se hacen acuosos —. Eso es lo que haría una buena madre, felicidades.

— Sabes que yo nunca te dejaría sola.

— ¡Lo estás haciendo justo ahora!

— Frank, Lucía y los chicos, ellos te cuidarán por mí.

— ¡Sal de mi casa! ¡Vete ahora mismo!

— Lei. — farfulla.

— ¡Sal de aquí! — arrojo el plato de pasta que tengo en frente.

Ro parece querer decir algo, sin embargo, no lo hace. Solo toma su bolso y sale de casa sollozando.

Cuando la puerta se cierra me dejo caer en la madera, comprendiendo que me he quedado huérfana.

✧°. ̧ ̧.• ́ ̄'☾✩☽ ́ ̄'•. ̧ ̧.°✧

— Termine por correrla, ella...

Evan acaricia la cima de mi cabeza, estamos tendidos en la cama con nuestras extremidades enredadas unas de otras convirtiéndolas en una sola.

— Ro no te dejará sola, ella sabe que no es tu culpa. En todo caso al que debería decirle algo es a mí.

Niego —: No es como si tuviéramos la culpa de no controlar lo que sentimos.

¿O la teníamos?

— Yo mismo hablaré con ella, estará de vuelta contigo, lo prometo.

— ¿Cuántas promesas están permitidas a una persona? — pregunto.

— Para ti, todas las que me sean posibles.

— No todas las promesas pueden cumplirse.

— Eso era antes de que conocieras las mías.

Cierro los ojos y lo abrazo fuertemente, creyendo fielmente en todas y cada una de las promesas que ha hecho.

Hemos hecho.

Imaginando cómo sería cumplir cada una de ellas.

Me levanto sobre mis codos, a lo que Evan se gira mirándome fijamente.

— Te quiero — digo sinceramente —. Y eso no lo digo a menudo.

Evan no responde inmediatamente, solo se levanta la esquina de su labio superior.

— Te quiero más — contesta —. Y en caso de que lo dudes. Esto no es una promesa.

— ¿No lo es?

— No, cuando ya es cumplida — pone un mechón detrás de mi oreja —. Te quiero y necesito como no tienes una idea Halley Collins.

Mi cuerpo se estremece.

— Demuéstramelo entonces. — Y sin poder decir algo más, nuestras bocas se encuentran.

Entre besos, caricias, y cada movimiento que hace me lo demuestra. Sus manos y las mías desaparecen cualquier cosa que nos impida estar del todo juntos.

Las palabras en este momento son innecesarias, nuestras respiraciones agitadas y jadeos hablan por sí solos.
El susurrar nuestros nombres y entrelazar nuestras manos tiene mayor significado que cualquier otra cosa.

Cualquier otro contrato.

Cualquier otro viejo amor.

Cualquier otra promesa.

Él le da un nuevo significado.

Soy polvo, y él me convierte en polvo de estrellas.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora