Capítulo 22.

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Saco las llaves de mi bolso y al abrir la puerta, la planta baja está vacía, excepto que hay una mochila en uno de los sillones.

No está vacía como pensé.

Al segundo Klein baja corriendo por las escaleras.

— ¿Dónde demonios estabas Halley? — me toma por las mejillas —. Te estuve marcando toda la noche.

— Fui a Star Mount, comenzó a llover demasiado y ya no pudimos seguir conduciendo. Mi teléfono lo olvide en el auto y...

— ¿Pudimos? ¿No fuiste sola?

— Relájate Klein, ya estoy aquí.

Klein asiente de mala gana y sé que no se le olvidara tan fácilmente del tema. — ¿De quién es el conjunto?

Miro abajo hacia mi ropa.

Mierda.

— Mi ropa se arruino así que esto es lo único que pude usar.

No digo más y corro con dirección al baño.

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— ¿Quieres que salgamos a comer?

— No podemos Klein, que si alguien nos reconoce.

— ¿Qué tendría de malo?

— No lo sé, creo que...

— No le dijiste a Evan sobre lo nuestro, ¿Verdad?

Guardó silencio.

— Vaya... — pone las manos sobre sus caderas.

— Estamos juntos ¿Qué es lo que te molesta?

— Qué te la pases con otro chico, y para ser exactos con alguien que finge salir contigo.

Me levanto de la cama y envuelvo mis brazos a su alrededor.

— Estoy contigo, él es solo un compañero de trabajo — digo segura.

— ¿Entonces quieres ir a comer?

Exhalo —: De acuerdo, vamos.

— Estoy ansioso por contarte una sorpresa.

¿Sorpresa?

Estoy por preguntar cuando suelta un pico en mi boca, haciéndome callar, olvidar. Klein me sostiene por más tiempo de lo que planeamos.

No salimos a comer.

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Klein se fue más tarde por unas cosas de su agencia. Estoy acurrucada en mi cama hasta que el móvil suena.
Me estiro hacia la mesita y lo pego a mi oído.

— ¿Hola?

— Halley, ¿Por qué no me avisaste que ya estabas en casa?

Oh. Oh.

— Estaba por marcarte — miento.

— Sino fuera por qué Evan vino a casa ni siquiera me enteraría.

— ¿Te dijo?

— Hasta me pidió que no te regañara.

Me muerdo el labio divertida.

— Hazle caso y perdóname.

— Por eso eres tan malcriada.

— Debo irme, tengo que ir a comer algo.

— ¿Apenas?

— Tuve que hacer algunas cosas, iré por pizza.

— Bien, no olvides que pasado mañana tienen sesión fotográfica.

— Anotado, lo tengo.

— Cuídate, Halley.

— Casi buenas noches Ro —Cuelgo.

Me levanto de la cama tomo unos jeans, blusa y un cárdigan. Por último cojo mis tenis y voy por la pizza. No tanto para mí, sino para disculparme con una oriental loca.

Mi oriental loca.

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— ¿Estoy perdonada?

— Casi perdonada — lame su cuchara llena de helado.

— Gemma. — Tengo que contarle.

— Dormí con...

— ¡No me cuentes! Hace unos días vi perfectamente con quién dormías.

— ¡No, no Klein!

Gemma abre los ojos —: ¿Qué dices?

— Fui a Star Mount con Evan, tuvimos que compartir cama y al hacerme cosquillas mi bata se desabrochó por lo cual vio mis pechos.

— ¡¿Qué?! ¡¿Qué?!

— Evan... — me interrumpe.

— Pelirroja pervertida, ¿Tú lo viste a él?

— No... bueno, solo un poco.

Da un gritito de emoción.

— ¿Estás enojada?

— ¿Por qué lo estaría? Esto es emocionante.

Le quito el bote de helado y sumerjo la cuchara.

— ¿Klein sabe que te vio los pechos?

Me atraganto —: No, claro que no. Si se puso celoso de saber que estuve con él, no me imagino cómo se pondrá si supiera que me vio casi desnuda.

— Me gustaría ver su cara.

— ¿Pagarías por ello?

— Soy pobre, pero te lo pediría a ti.

Ambas reímos.

— ¿Le contaste a Evan que volviste con él?

Niego con la cabeza y Gemma suspira.

— Bueno, tendrá que saberlo.

— Lo sé, se lo diré.

Guardamos silencio.

— ¿Fuiste a retratar desconocidos?

— Ah, sí. — hay algo de mentira en su respuesta.

— ¿Qué pasó?

— Nada, nada. Solo un chico molesto.

— ¿Chico?

— No me preguntes.

La empujó por el hombro —:Cuéntame, ¿era lindo?

— No hay nada que contar al respecto.

— Ah, entonces era lindo. — afirmo divertida.

— No comentaré sobre ello.

Hago el helado a un lado y me arrojó hacia ella para hacerle cosquillas. Enseguida comienza a querer escapar de mí.

— ¡Basta! — ríe — ¡Si era lindo!

Me alejo de ella y ambas nos quedamos tendidas en su cama .

— ¿Desde cuándo sabes hacer cosquillas? — pregunta con su respiración agitada.

— Evan me lo recordó.

— ¿Qué cosas sucias hicieron ustedes dos? — levanta una de sus cejas —. Cosquillas, pechos. ¿Qué sigue? ¿Ropa mojada?

— ¡Gemma!

Le aviento un cojín con forma de sushi y amabas ya nos encontramos riendo.

A veces además de tener una amiga oriental loca, también tengo una amiga bruja oriental.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora