Capítulo 8.

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"Gracias por aceptar, confió en ti Halley, al igual que mamá."

Es lo que dice el mensaje de Nessa. No me gusta recibir tanto agradecimiento, será una relación falsa no es nada del otro mundo.

No para mí.

Las citas con Evan serán mayormente por la tarde, de esa forma captaremos miradas. Mi contrato decía que debo mostrar afecto ocasionalmente, aunque no creo poder. Le mande mensaje a Gemma que había aceptado, ella solo contesto:

Tú puedes! :)"

No sé si en verdad pueda, pero lo intentare, porque lo único que está en juego es mi estrella.

¿Qué más puedo perder?

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Recuerdo que cuando gane mi primer papel protagónico fue a la edad de los once años. Sé que no tuve una niñez cómo debí tenerla, ni mucho menos una adolescencia divertida. Antes y después de eso siempre había estado sola. Mi madre se fue de mi lado y mi padre se fue al otro lado.

Nunca volví a saber de mí madre, no quise hacerlo.

Programas de chismes, revistas exclusivas; siempre rogaron para saber sobre su paradero. Pero yo que iba a saber, cuando era la primera en no tener idea de dónde había ido.

Rehaciendo su vida, supongo.

Imagino que hizo una nueva familia, y viajó tanto como ella quería. Quiero creer que cumplió todo lo que deseaba cuando vivía con mi padre, conmigo. Que hizo su vida como una persona común y corriente, pero espero que al menos una vez en su vida haya sentido culpa de sonreír por lo que tenía.

Eso espero.

Mick hace sonar el claxon devolviéndome a mi lugar y haciéndome olvidar de cosas sin sentido que suelo recordar.

Personas que no debería imaginar.

—¿Nerviosa? — dice Rice a mi lado.

—He salido con muchos chicos — digo segura —. Evan no es diferente de todos ellos.

—Pues de cierta manera lo es, el chico tiene novia.

—Y por eso no estoy preocupada — digo mirando mis uñas.

¿Por qué tendría que estarlo?

Evan Arwenson era el típico chico lindo que las adolescentes tenían pegado en sus paredes.

Hace años lo conozco, no como una amiga cercana, pero si del tipo que ubicas en este mundo del espectáculo. Y Nessa, bueno, era la hija de la persona que yo quería como una madre; sin embargo, ella nunca fue como una hermana.

Mick detiene la camioneta negra frente a una cafetería famosa del centro. Si queremos que nos vean juntos, lo más lógico es que nos reuniéramos en un lugar que rara vez está lleno de caras famosas, pero si con mucha gente cotilleando alrededor.

—Si algo sale mal, no dudes en sacarme de ahí — digo a Rice antes de salir.

—¡Halley, por dios! — dice exasperado —. No dejaría que te tocarán un pelo.

Inhala, exhala.

Salgo de la camioneta con la típica sonrisita nerviosa que demuestra querer salir corriendo de aquí.

¿Estoy a tiempo?

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Estoy sentada en una pequeña mesa del fondo esperando a mi supuesto novio. El olor a café, canela e incluso azúcar morena, inundan mis fosas nasales. Mi pierna no deja de rebotar, tal vez solo sea un tic.

Lo es.

Él es el novio, ¿no debería llegar minutos antes?

Jadeo.

Rice está sentado a unas tres mesas de mi lado izquierdo, y lo sé por qué su gran cuerpo resalta entre todos al igual que su cabello negro azabache. Todo el interior del local es de madera, del techo cuelgan focos, plantas decorarán cada rincón. Y una gran vitrina con diversos pasteles, galletas y muffins lo decoran.

A puesto que a Gemma le gustaría este lugar. Pero debo aceptar que la cafetería a la que me llevo hace dos semanas era asombrosa. Olía más a café y canela con temática de naturaleza muerta.

El mesero se acerca a tomar mi orden y por su expresión lo veo reconocerme.

Titubea —:Buenas tardes, ¿qu-e qué desea...

No lo dejó terminar y leo la pizarra que se encuentra detrás de él —: Un macchiato de caramelo y una orden de muffins de arándano con limón.

El chico se queda perplejo.

Levanto mis cejas invitándolo a que vaya por mi orden —: En seguida se lo traigo.

El chico se gira y al hacerlo me da una vista perfecta de Evan entrando por la puerta de cristal haciendo su camino hacia nuestra mesa, las chicas lo siguen con su mirada apreciando cada paso decidido que da. Apuesto que ni con sus gafas oscuras evitará los suspiros.

—Perdón por llegar tarde, tuve un inconveniente — dice jalando la silla para sentarse.

—Descuida, llevo solo unos minutos. — Impuntual.

—¿Ya ordenaste?

—Lo hice.

—Bien, veamos qué tenemos por aquí — se gira hacia la pizarra, y cuando lo hace, preguntas comienzan a brotar de la nada.

¿Por qué estoy aquí?

¿Por qué tuve que ser yo?

¿Le seguirá gustando el pastel de chocolate amargo?

Apuesto que sí.

Cuando grabábamos, cada receso corría por una cucharada de su pastel. Era lo que siempre ordenaba en la mesa de aperitivos.

Una simple rebanada de pastel de chocolate.

El mesero se acerca con mi orden poniéndola frente a mí —: Podría traerme un Latte frío y una rebanada de pastel de chocolate amargo.

Después de todo la sigue ordenando.

—¿Qué es gracioso? — dice viéndome con curiosidad bailando en sus ojos.

—Nada. — Sonrío agitando la cabeza —. Es solo que adivine lo que ordenarías — digo antes de darle un sorbo mi café.

—¿Ah, sí? — quita sus gafas.

—Pastel de chocolate, tu favorito.

—¿Cómo lo sabes? — levanta sus cejas —. Acaso, ¿no me quitabas el ojo de encima?

Me río —: Ya quisieras, yo no era al que llaman loco del pastel.

—Sé que me llaman de diferentes maneras como chico guapo o lindura, pero jamás imaginé que loco del pastel.

—Ahora lo sabes, todos supimos de tus adicciones.

El mesero se acerca y Evan estira su mano por arriba de la mesa para tomar la mía.

¿Qué hace?

El mesero se detiene y ve nuestras manos unidas —: Aquí tiene su orden.

—Oh, muchas gracias.

El chico se aleja nerviosamente al ver que está atendiendo a dos figuras públicas que parecen estar saliendo.

Típico.

Evan toma su tenedor y toma un bocado de su pastel —: ¡Delicioso!

—Disfrútalo.

Ninguno de los dos vuelve hablar, no creo que sea necesario. Ya que los murmullos de otras mesas comienzan a zumbar en nuestros oídos. La primera impresión es buena, y eso es lo que venimos a lograr hoy.

EXCEPCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora