Capítulo 17.

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Estoy sentada en el sillón pintando las uñas de mis pies color carmín, siempre he creído que no es forzoso que las uñas de las manos y pies deben combinar. Pero sinceramente no soy muy fan de pintar las de mis manos.

Estoy por pintar la última uña del pie cuando el timbre suena.

Resoplo dejando caer la cabeza hacia atrás.

Aún faltan más de 12 horas para la gala de esta noche, ¿quién es tan temprano?

Me paro caminando con los talones intentando no arruinar la pintura.

Que ridícula me veo.

Al abrir me encuentro con Ro, está sonriendo. Pero es una sonrisa extraña. La conozco como si fuera mi madre y sé que esta sonrisa que me da oculta algo.

Últimamente nos ocultábamos cosas.

—Pasa, estaba por terminar mis uñas.— las señaló.

Ro asiente y la sigo hasta el sillón caminando de la misma manera.

—¿Quieres que te ayude?

—No está bien, lo hago yo.

Me siento, pero enseguida Ro me quita el barniz de la mano.

—Niña necia — objeta —.Estira tu pierna.

Y lo hago, poniendo mi pie sobre su regazo.

—¿Por qué tan temprano? — suelto —.Se que no viniste ayudarme a pintarme las uñas.

—Soy muy obvia, ¿verdad?

Le arrebató mi pie sin importarme que me manche. Lo cual ocurre.

—Suéltalo Rosetta, no puedes venir y fingir una sonrisa cuando verdaderamente lo quieres hacer es regañarme.

Rosetta levanta la vista —:No quiero regañarte, ni mucho menos.

—¿Entonces qué ocurre?

—Nessa se enfadó por lo que ocurrió — suelta un suspiro —.Discutí con ella asegurándole que no era tu culpa, es tu trabajo después de todo. Y para empezar una de las razones por las que aceptaste fue por ella y por mí.

—Tiene su derecho de permanecer enojada, ella sabía lo del contrato.

—Lei es tu trabajo, se lo hice entender. Mientras ella no quiera ser tan valiente como tú, tendrá que seguir con su relación oculta.

Ro toma sus manos entre las mías.

—¿Crees que soy valiente? — susurro.

—El aceptar una relación falsa mientras sigues queriendo a otro, ¿no te es suficiente?

Trago nudo en mi garganta —:No digas eso Ro, lo estoy haciendo por ti.

—Eso es lo peor, que ni siquiera piensas en ti primero —salen lágrimas de sus ojos.

Lo hago.

—Todo está bien Ro, Evan es un gran chico. No me es difícil estar con él.

—Lo sé, se cómo es Evan. En verdad estoy agradecida con ambos.

—¡Basta de llorar!

Ro suelta mis manos y limpia su cara —: ¡Basta de llorar!

Me siento sobre mis rodillas y la abrazo. No tarda mucho en volver a llorar. Intento permanecer fuerte, mentalmente le pido mil veces perdón por no decirle la verdad. Nunca pensé el daño que les causaría a Ro, no cuando solo pensé en mi primero aquella vez.

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