Parte 66

44 14 1
                                    

No es como la primera vez que estuvieron ahí.

Todas las mesas estaban ocupadas por lo menos por una persona, y ustedes no desean ser escuchados, asique, por fortuna divisan una mesa sola.

No puedes evitar sonreír con ironía al darte cuenta que es la misma mesa junto al ventanal que ocuparon en la otra ocasión.

Se sienten uno frente al otro, cada quien con su pedido.

Té y pay de limón para Arthur.

Café y pastel de chocolate para ti.

Y sigue sin ser igual que la primera vez.

No es incómodo.

Están tan acostumbrados a comer con el otro que el hacer contacto visual es normal. Hasta cierto grado es agradable.

Desde un inicio lo supiste. Y es algo que no a salido de tu mente cada vez que miras a Arthur.

Sus ojos son preciosos.

Son grandes y verdes.

Un verde especial.

Un verde esmeralda.

Te gusta.

Y al contrario de lo que podrían pensar, sus rubias y gruesas cejas no disminuyen la belleza de sus ojos.

Solo la remarcan.

Como que se complementan.

No imaginas como podría ser esos ojos con otro tipo de cejas.

Quedan perfectos juntos. 

La vida de adolescente de Arthur Kirkland. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora