12. Sebastian Stan

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Primero, quiero que me digan quien piensan que es el rostro de Genevieve  en este one-shot. 😉😉

PARTE 1

Subo al automóvil de mi hermano Tom, beso su mejilla una vez que estoy lista en el asiento de copiloto —Que gusto verte —le sonrió colocándome el cinturón de seguridad.

—Digo lo mismo, Eve, ¿Cómo has estado? —pregunta manejando fuera del estacionamiento de mi departamento.

Me encojo de hombros viendo el camino que está tomando —Sobrellevando lo del abuelo —suspiro —Sigo sin poder creer que haya muerto.

Tom asiente girando en una intersección haciendo que mis sentidos de alarma se enciendan —Eras más apegada a él —responde estacionándose en un área de descanso, giro hacia el mirándolo preocupada.

—¿Pasa algo, hermano?

Tom se queda callado, pasa su mano por su boca, sabía que algo le molestaba, quería confesar algo, pero su cuerpo no le respondía como él quería, gira su rostro hacia mí y suspira —Te han vendido —habla con pena

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Tom se queda callado, pasa su mano por su boca, sabía que algo le molestaba, quería confesar algo, pero su cuerpo no le respondía como él quería, gira su rostro hacia mí y suspira —Te han vendido —habla con pena.

—¿Qué? —le cuestiono sin entender que quería decir —¿Cómo que me han vendido?

Tom toma mi mano apretándola ligeramente —Un amigo de padre está en bancarrota, y pidió ayuda financiera, papá lo iba a apoyar hasta que sucedió lo del abuelo Gabrielle, sus planes fueron esos hasta que el testamento fue leído ayer en la noche.

—Nadie me dijo nada.

—Papá fue el único que entró por deseos del abuelo, cuando salió nos dijo que nadie tendría la fortuna de los Di Tella si no sucedía algo.

Espero a que hable, pero él se queda callado —Vamos Tom, habla —le pido preocupada por nuestro futuro financiero.

—Si no te casas, no tendremos la fortuna a nuestra disposición, padre hablo con su amigo, estás comprometida con su hijo.

Lo miro incrédula —Vamos a casa —le demando y en todo el camino no vuelvo a dirigir una palabra hacia él, Tom respeta mi decisión quedándose callado.

Cuando llegamos a casa bajo de su automóvil entrando directamente al hogar de mis padres —¡Madre, padre! —demando su atención yendo a las salas principales sin encontrarlos.

—Están en el jardín tomando el té de la tarde —habla el mayordomo acercándose y retirando mi saco —¿Quiere que le lleve algo, señorita Genevieve?

—Una escopeta —gruño yendo hacia el jardín, miro a mis padres en la mesa bajo la carpa, reían y hablaban tranquilamente —¡Se puede saber qué diablos les paso por la cabeza en el momento que me prometieron a alguien que no conozco! —me acerco gritando y moviendo mis manos.

Mis padres me dedican una mirada de enojo, les había faltado respeto y era lo único que les importaba, no el hecho de que me habían vendido como una mercancía solo para su beneficio.

Little Stories To Tell | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora