17.4 Sebastian Stan

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PARTE 4

Genevieve entra con tranquilidad a la comisaría de Nueva York, estaba silencioso, y como no, eran las 2:30 de la mañana, lo único que hacía que esto estuviera vivo era un arresto tan tarde por algún borracho, pero era mitad de semana, así que eso no iba a suceder.

La escocesa se acerca a la recepcionista, la mujer detrás del escritorio la mira con los ojos somnolientos —¿Puedo ayudarla en algo?

—Pagar una fianza —menciona suspirando, coloca su bolsa en la barra para después buscar su billetera en la infinidad de cosas que cargaba en aquel pequeño bolso.

¿Cómo es que podía decir que tenía todo lo necesario en su accesorio, si nunca encontraba nada?

—Puede darme el nombre del detenido y señas particulares —le pide la oficial.

Genevieve empieza a hablar mientras divisa el cierre de su cartera —Sebastian Stan, 13 de Agosto del 82, ojos azules, lunar en la frente al lado izquierdo y uno en la oreja derecha, cabello corto y castaño —la pelirroja solo da esa información, ya que no era necesario decir los lunares que Sebastian poseía en su brazo derecho como la infinidad de estos decorando su espalda, piernas, abdomen, ella era pecosa por su herencia celta, pero Sebastian no se quedaba atrás.

Genevieve recuerda los momentos a su lado donde pasaba sus dedos sobre sus lunares conectándolos, según ella formando una nueva constelación, también recuerda la forma en la que el ceño de Sebastian se fruncía antes de tomarla entre sus brazos y besarla para apartar su mente de encontrar algún defecto en él, pero ante los ojos de la extranjera eso jamas sucedería. 

Los recuerdos de Genevieve se ven interrumpidos por la negación de que Sebastian se encuentre en aquel lugar, alza su mirada del bolso sacando finalmente lo que buscaba —No puede ser así, él me habló de esta comisaría 3355 Norte San Fernando, es esta, ¿No es así?

—Si señorita, pero no se encuentra ningún detenido con ese aspecto, el más cercano es un rubio de 1.83 de ojos azules.

Suspira frustrada mientras masajea su sien —¿Puedo ver a los detenidos?

La recepcionista asiente y llama a uno de sus compañeros, el cual tarda un poco en aparecer, por su rostro Genevieve adivina qué estaba tomando una siesta, el oficial acompaña a la adinerada hacia los separos.

En el lugar se encontraban varios prisioneros, hombres y mujeres, los hombres al ver a tal belleza en el lugar empiezan a silbar y lanzar palabras que consideraban piropos, ajenos a la mínima idea de que daba asco escucharlos.

Genevieve camina con la cabeza en alto, ella no estaba provocando que esa actitud en los hombres se hiciera presente, vestía decentemente en su ropa de calle, pantalón y blusa holgados que dejaban mucho a la imaginación.

El oficial manda a callar a los hombres urgidos e imbéciles, pero pocos le hacen caso, llega a la celda del hombre que llegó hace cinco horas por golpear casi hasta la muerte a otro —Él es el que le comenta mi compañera —dice deteniéndose frente a una celda y golpea levemente la reja —Vienen a verte, niño bonito.

El hombre que estaba acostado se levanta con mucha tranquilidad, poco a poco se acerca a la reja, la luz deja ver sus rasgos permitiendo que Genevieve lo reconociera como su mejor amigo.

El hombre que estaba acostado se levanta con mucha tranquilidad, poco a poco se acerca a la reja, la luz deja ver sus rasgos permitiendo que Genevieve lo reconociera como su mejor amigo

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Little Stories To Tell | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora