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Bucky Barnes 

El inventario de tu tienda de antigüedades a veces podía aburrirte, cuando no recordabas todo lo que habías coleccionado a través de los años, y este era uno de esos días, el cual querías que acabara rápido

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El inventario de tu tienda de antigüedades a veces podía aburrirte, cuando no recordabas todo lo que habías coleccionado a través de los años, y este era uno de esos días, el cual querías que acabara rápido.

Te quedaste paralizada cuando una visión llego a ti, estática en tu lugar viste los acontecimientos que llegarían a suceder en menos de una hora, suspiras pesadamente cuando la parálisis termina, bueno, no sería un día muerto al menos.

Seguiste con tu trabajo, desempolvando muchas cosas y encontrándote reliquias, caminaste al estante de tu librería, justo en el momento en el que tu visión daba inicio, cinco minutos después y una hilera de libros desempolvada, la campanilla de tu tienda se escucho —Vengadores —saludas sin la necesidad de voltear y verificar que eran ellos.

—¿Como...?—inicio Sam a preguntar.

—No termine esa pregunta, señor Wilson, por algo han venido aquí —respondes girando para enfrentarlos, Steve, Natasha, Sam, Wanda, Tony y Bucky se encontraban en el pasillo central, vestidos de civiles.

—¿Tú eres? —pregunta Tony, queriendo corroborar su información y tu identidad.

Te acerca a tu mostrador donde se encontraba la caja registradora, tu libro de cuentas, algunas cosas mundanas y otras no tan ordinarias —Genevieve MacLeod, la bruja dorada —respondes presentándote —Por cortesía debo preguntar sus nombres.

—¿Cómo sabemos que eres quien dices ser? —cuestiona Sam, cruzándose de brazos.

Ríes por sus dudas —¿No quedo claro cuando adivine quienes eran sin verlos?

—Puedes tener un espejo escondido o escuchado los rumores de que veníamos por ti.

Haces una mueca de burla, te estaba sacando de quicio aquel mortal, mueves tu mano haciendo que una silla de la época colonial atraviese la habitación y colocándola al lado de Sam —Toma asiento, puedo contarte toda mi historia —le retas y luego miras a Bucky —No vienen por mi porque allá hecho algo malo, vienen aquí, por él —apuntas al soldado del invierno —Eso no creo que los rumores lo estén diciendo.

—Muy bien —termina con aquel momento Steve Rogers —Sabes a lo que vinimos, ¿Cuál es el precio?

Asientes, chico inteligente, piensas y te encoges de hombros —Ninguna —respondes tranquilamente.

Natasha se burla de tu respuesta —Siempre hay un precio, no creo que tu apodo de bruja dorada se deba a tu buen comportamiento.

Niegas lentamente —No, no es por eso, me dicen la bruja dorada por el rastro de mi magia y porque soy la mas calificada para cualquier clase de trabajo, es como el rango de bruja suprema, pero ese no me pertenece a mi —hablas tranquilamente y miras a Wanda —Le pertenece a otros seres.

Little Stories To Tell | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora