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Sebastian Stan

Tu  celular se escuchaba fuerte y claro, tenías una llamada entrante, lo revisaste encontrando en letras grandes el nombre de tu novio, aceptaste la videollamada y lo primero que encontraste fue el hermoso rostro del chico que te robaba el sueño, estando presente o no.

—Sebastian Stan —canturreaste el nombre de tu ojiazul mientras caminabas por el paso peatonal.

—Evie, nena —te saluda un sonriente rumano —¿Sabes que día es hoy?

Reíste por su pregunta, claramente sabías cuál día era hoy —¿El mismo por el cual te felicité hace nueve horas? 13 de Agosto, bebé, tu cumpleaños.

Él asiente rápidamente —Mi cumpleaños, y como es mi cumpleaños, y me escucharé como un niño mimado, pero lo soy siempre a tu lado, ¿Por qué solo he recibido chocolates, fresas, vino y velas de tu parte? —cuestiona, pero antes de que puedas responder, agrega —Es un gran detalle, pero falta una cosa, ¿Sabes cuál es?

—No lo sé, iluminame —respondes entrando a una privada de casas.

—Tú —responde serio, miras la cámara y te mata la mirada que te dedica

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—Tú —responde serio, miras la cámara y te mata la mirada que te dedica.

—Cariño, sabes que estoy en Dallas grabando algunas cosas para mí nuevo álbum.

—¿Por qué hasta allá?, Tienes las mejores disqueras aqui, a veinte minutos de mi casa.

Ríes ligeramente —Porque Dallas tiene a mi mezclador favorito, volveré dentro de dos semanas, lo prometo.

Antes de que el rumano pudiera decir algo más, escucho la puerta de su departamento, suspiro pesadamente —Espera, tengo que ver quién llegó y ve poniéndote cómoda, porque no sales ilesa de esta.

Reíste por sus palabras, Sebastian desapareció de la pantalla de tu celular, lo escuchaste hablar hacia la puerta y caminar hacia ella.

Sebastian abrió la puerta de su departamento encontradote al otro lado, esa era tu sorpresa para su cumpleaños, vestias un gran saco negro, aun hacia calor y parecidas una loca —¿En dónde me voy poniendo cómoda? —le preguntaste coqueta.

—No esperaba esto, pero lo soñe, aunque un poco diferente, no usabas ese saco, de hecho no usabas nada.

Niegas levemente desabrochadolo y abriéndolo, mostrando tu conjunto descarado de lencería —¿Esto era tu sueño?

Sebastian trago fuertemente saliva y asintió rápidamente, tomándote de la mano e introduciendote a su vivienda.

Está de más decir que ese día, fue todo menos tranquilo para el rumano.

Little Stories To Tell | Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora