CAPÍTULO XVIII "DESQUICIADA"

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Tenía la boca seca, sentía como si tuviera el abdomen abierto y me dolía peor de lo que yo recordaba que comúnmente duele una bala, estaba quedándome dormido cuando alguien abrió la puerta

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Tenía la boca seca, sentía como si tuviera el abdomen abierto y me dolía peor de lo que yo recordaba que comúnmente duele una bala, estaba quedándome dormido cuando alguien abrió la puerta.

— ¿A.B.? — Dios santo, solo a mí me pasa ésto, abrí los ojos y miré a Tati, se ve que había llorado mucho — ¿A.B.?

— ¿No deberías estar en el hospital?

— Yo si, tú no.

— ¿Viniste a reclamar tu derecho territorial o qué?

— No, claro que no, en cuanto supe, vine para acá.

— ¿Por qué me miras así? No estoy muerto.

— Casi te mueres.

— Pero no me morí, creo que mi danza con la parca funcionó, estás aquí, solo así te importo.

— No seas tonto, claro que me importas.

— No creo que hubieras venido a mi cumpleaños, pero viniste porque te dijeron que yo me iba a morir.

— ¡Cállate, no te vas a morir!

— Aún puedo — apreté los dientes —, aún no estoy estable y no me ayudas.

— Cállate, necesito que estés vivo.

— ¿Para qué? ¿Para mirarme con tus hermosos ojos hechizos y darme palmaditas en la espalda? Al carajo.

— No, para ésto — la muchacha es muy hábil, se lanzó a mis labios y me besó profundamente, me hice del rogar, pero me sujetó del rostro y no pude apartarme y la verdad, la verdad, es que no quería. Alargué el beso sujetando su cuello con mi mano disponible, cerré los ojos y disfruté el momento, vaya, vaya que lo disfruté. Nos dejamos de besar y nos miramos.

— ¿Qué significa esto que acaba de suceder?

— Al venir acá, acabo de hacer el agujero de mi tumba, no puedo volver a casa, no quiero volver a casa, quiero quedarme contigo A.B.

— No me digas.

— ¿Quieres o no? Puedo conseguirme a otro.

— Nah, creo que conmigo es suficiente — volví a besarla y de pronto, estaba llorando — ¿Tiana? — me golpeó el brazo.

— ¡Me asustaste! ¡Creí que no lo lograrías! ¡Eres un tarado!

— Oh vamos Tiana.

— ¡Me asusté! ¡Creí que no podría besarte como lo acabo de hacer! ¡Comprende!

— No me grites, me duele la cabeza — Tiana estaba tendida echándome bronca cuando, en apariencia, una alarma contra incendios comenzó a sonar, ambos nos quedamos inmóviles — ¿Eso es una alarma? — no terminé la frase cuando dos cuerpos rompieron el cristal que separaba mi habitación del exterior, ambos hombres cayeron al suelo, uno de ellos, mi hermano mayor, que se traía una bronca gigante con varios tipos.

🌹・𝐂𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐏𝐥𝐨𝐦𝐨・🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora