Nos traían pero si bien asoleados con los balazos, llamé en varias ocasiones a Yordan para cerciorarme si es que estaba bien y el hijo de puta nunca respondió.
—Me lleva, párate Polo, no hay a dónde ir, hijo —descendí del auto con el arma por delante, la verdad es que ya estoy muy cansado de estar aguantando candela por evitar problemas que ya son inminentes.
Jefferson hizo acto de presencia al descender de la camioneta, me ajusté el saco, esto se va a poner feito.
—Qué elegante Aragón ¿Así es como recibes a la muerte?
—Esa y yo ya fornicamos demasiado, sé de cómo va esto mi estimado, así que si ya olvidaste las madrizas que te he metido desde siempre, empecemos de una vez y que acabe esta noche ¿Te parece? —referí con los brazos extendidos sin una pizca de temor, sin embargo no era así cómo se iba a desatar otra balacera en un punto medio entre La Noria y Mazatlán, más bien por la llegada de mis refuerzos.
—Oye tú, cuidado —la loca maniática de María Francisca Alarcón sacó una automática y disparó sin dudarlo, eso permitió que todos se movieran, me cubrí con mi camioneta, carajo.
—Hola amorcito —dijo Maf.
—Ay Panchita, casi me disparas a mí.
—¿Qué pasa cuñado? —miré de muy mala gana a Julián.
—¿Y tú qué chingados haces aquí?
—Vine a salvar tu culo porque resulta que es el favorito de mi hermana, así que cállate.
—¿Qué hacen los dos aquí?
—No me estés chingando, te vengo a salvar y mira cómo me pagas —refirió Mafca con cierta molestia.
—¿Traes más cartuchos? —digo, aprovechando el viaje.
—Los que quieras papacito.
—Si Jossie se entera de que me hablas así te va a cortar las chichis.
—¡Oye Chema! —gritó Jefferson desde el otro extremo— ¿Acaso no sería una lástima que murieras aquí y ahora?
—Lo va a ser donde me muera, pero no te preocupes por mí Jefferson —cambié el cartucho—, donde yo muera van a brotar rosas —me moví para disparar, sé que tengo que terminar con esto rápido antes de que la DEA tenga noticia de tan magno evento, perseguí por varias cuadras a Jefferson hasta llegar a la plaza, después de unos minutos estuvimos de frente, disparé, pero no salió ninguna bala, se me habían terminado, entonces Jefferson sonrió con sorna antes de colocarme el cañón directamente en la frente—, qué mala suerte —mascullé.
—Últimas palabras.
—No sabes ni contar pendejo —disparó—, a tí tambien se te acabaron las balas, ya te chingaste —golpeo con mucha fuerza directo en su cara, Jefferson retrocedió unos pasos mientras me quitaba el saco y me doblaba las mangas de la camisa, ladeé la cabeza un poco—, mi esposa me va a regañar, pero verte sangrar lo vale, hijo de la chingada.
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🌹・𝐂𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐏𝐥𝐨𝐦𝐨・🌹
Novela JuvenilA escasos dos meses de aquellas muertes, es lógico pensar que los problemas del clan Aragón recién comienzan. Con una cartera repleta de enemigos, deberán enfrentar cada obstáculo con el único objetivo de salir victoriosos, para ello, tendrán que ha...