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Javier.

     "Quisiera poder decirte esto yo, pero no creo poder cuando llegue el momento. Me importas, Victor, mas de lo crei que harías tras entrar por primera vez al cuarto helado de este hospital, el cual ha sido mi casa, y al mismo tiempo, mi carcel.
     Me sentía tan solo, me sentía como una hoja caida del árbol, observando como las demás permanecían, y crecían, mientras yo solo esperaba el dia de mi desintegración. Pero tú llegaste, me brindaste compañía, y felicidad. Has sido el único que, tras mi diagnóstico, no me hizo sentir un ser débil desplegado en un camilla esperando la muerte, sino, me hiciste sentir una persona: con opinión, con futuro, con vida.
     No sabía cómo darte las gracias. Lamento tanto la decisión que tome para agradecerte: alejarme de ti".

Victor

—Semanas antes de tu cumpleaños Javi ya estaba pensando en esto —me explicaba Amanda, sentada en frente de mi sobre una silla metálica.

     Javier a mi derecha, solo a un metro de mi, me ponía los vellos de punta. ¿Por qué? De alguna manera, por su silencio quizás, sentía que era un desconocido ahi reposando. Me incomodaba el estar ahi tan fuera de lugar, sintiéndome no necesitado.

     Quizás quería hallarte por la necesidad de tenerte, el deseo de no perderte, mientras que ocultaba ese hecho con la falsa idea de que tú me necesitabas a mí.

Has sido un muchacho maravilloso, Victor —prosiguió Amanda, mientras Victoria, arrecostada en la pared solo nos oía—, Has hecho a Javi reír entre toda esta ola de dificultades, y en serio esperamos que Dios que bendiga enormemente por eso...

     Solo quería que llegara al punto, que me explicara de una vez por todas el por qué de todo el dilema.

Javi tuvo la idea de lentamente alejarte de ti, y no te lo tomes a mal —Movió las manos tratando de no expresar una mala idea—, él me dijo que... Quizás lo mas sano pata ti seria seguir con tu vida, con.. El recuerdo de un amigo, que se cambió de hospital, y se curó —Sonrío dulcemente, con esos ojos agotados y decaidos. De alguna manera, como los de Javier.

     ¿El recuerdo de un amigo?

     Frunci el entrecejo, sin comprender el todo.

—Javier no quiere que seas un adulto con traumas —Declaró Victoria drásticamente. Amanda la miró amargamente por su imprudencia—, no me veas así, ¿acaso no lo dijo así?

    Mientras Amanda demandaba a Victoria, observé a Javier: parecía a punto de caer en un profundo sueño, ni siquiera nos estaba mirando, ¿realmente habrá estado atento de lo qie sucedía? Parecía perdido mirando a la gran ventana, cuya cortina semitransparente cubría gran parte de esta, dejando pasar leves rayos del atardecer.

—Bueno, bueno, ya basta —reclamó Amanda enojada a su hermana—, mejor retirado de una santa vez. Fíjate si llego la enfermera o yo no sé —Nunca creí ver a aquellas hermanas enojada entre sí de esa manera.

     Refunfuñando, se retiro, cerrando la puerta cuidadosamente tras ella.

     Tragué saliva de nuevo, toqueteando las mangas de mi saco.

—Entonces... —Dije—, Javier esperaba que yo... viviera feliz, pensando que él estaba... sano.

     Con mechones alborotados sobre su rostro, dejó asomar una sonrisa cerrada ante mí.

—Exacto querido —Tomó mi mano—, algunas cosas por mas injustas que parezcan, tienen su proposito, y algunas decisiones por más difíciles que sean, son las mejores.

     No, no hay propósito para todo. Algunas cosas suceden porque así fue el resultado de sucesos posteriores incontrolables, los cuales nadie, absolutamente nadie quizo.

     No quiero esto.

     Me canse de llorar, me harte de enojarme. Ya ninguna emoción tiene sentido cuando ya he comprobado la inutilidad que tienen. Solo queda... Resignarme.

     Me sobé la nuca, indiferente, algo tímido.

—Entiendo —me limité.

     Guardamos un incómodo silencio, en los que ella observó a Javier, y después ojeo el libro que le estaba leyendo.

     Sin saber qué hacer, o pensar, me levante de la silla.

—Comprendo. Gracias por explicarme —comenté, sin emoción o expresión—, yo... Necesitaba saber eso —La mirada de Amanda pareció extrañada, confundida.

     Volteé para quizás observar por última vez a Javier.

      Inexpresivo, como un juguete sin baterías ahi en la camilla, con diferentes bolsas de sustancias conectadas a él, las cuales yo desconocía su impotencia o composición.
     Le había crecido el cabello, estaba mas largo de lo que recordaba, y con menos color del que esperaba.

     Él estaba... Mirándome. Después de meses, lo tenía en frente de mi, observandome. Sin embargo, debía marcharme.

     Cuanto quisiera que hablaras, y me dijeras tal vez... Que me quedara contigo.

     "Creo que me debo ir. Mi mamá estará preocupada" fue lo último que dije antes de dar la vuelta y retirarme, no sin antes despedirme superficialmente de Javier...

     "Respeto tu decisión, Javier. No te culpo por ello. Gracias".

    

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora