Víctor.
Abril 2020.
8:30 pm.
Gritos escandalosos apoderándose de nuestra sala.
—¡Hijo, escucha, no fue mi idea! ¡No quice que fuera así!
—¡Te callaste! —Sentía la ira correr por mi cuerpo, como puñados de sangre hirviendo —, ¡No me contaste! ¡Te lo callaste! ¡¡¿Y ahora soy yo el que está mal?!!
El televisor con estática detrás de nosotros, era lo único que levemente iluminaba la sala, junto a la vieja lámpara de techo.
—Escucha, oyeme Víctor, por favor oye —decía, con voz rápida y casi tartamuda. Pretendiendo un tono dominante, que en realidad solo ocultaba una evidente y pesada culpa.
—¡No! Esta vez tú oyeme a mi, mamá —Con el ceño fruncido, sentí que mis palabras salían como veneno de víbora—, durante mucho intenté contactar con Javier, y tú, junto a papá me han estado diciendo que ya lo dejara en paz, que no lo llamará más. ¡¿Por qué?! ¿"por qué está en otro hospital"? ¿"sin Internet"? —con tono jocoso, pero rabioso, proseguí—, ¡todo este tiempo Javier no estaba en el otro hospital! No. No no. ¡¡Ni si quiera habia un "otro hospital"!
—¡Ya basta! Solo hice lo que a Amanda le parecía mejor idea. Era mejor alejarte de todo esto. Te está afectando como si fuera tu hermano Victor. Yo no...
—Le dije a Mateo que le preguntara a
Amanda por Javier, fingiendo ser un ex-compañero escolar de él —proseguí, interrumpiendo a mi madre —, ¿y sabes que dijo? ¡¿Quieres que te diga que le dijo "la señorita Amanda"?! —sentí mi cabello adherirse mi frente sudorosa, mientras el ambiente se volvía mas caluroso y pesado entre aquella oscuridad—, la señorita, dijo que Javier siempre había estado en este hospital, el hospital San Dias...Sobandose el puente de la nariz, evitaba el contacto visual, mirando a un punto vacío en la pared detrás de mí.
Amanda de dijo a Mateo que Javier, todo el tiempo habia estado. Sin embargo, ya nunca más le podrían llegar visitas.
Pero... ¿Por qué?; ¿porque el hospital ya no lo permite, o... Porque ya no existe un Javier al cual visitar?
—¡¡Estoy harto de ni saber lo aue pasa!! —Exclamé, casi sin aliento. Extendiendo los brazos a los lados—, ya no soy el niño estúpido de hace años, pero parece que me siguen viendo así, ¡¿por qué?! Estoy harto, ¡harto! Simplemente cansado ¡cansado de no saber qué mierda está ocurriendo a mi alrededor!
—¡VICTOR! —gritó, con arrugas en su frente—, ¡cuida tus palabras!
Guardamos silencio unos segundos, mientras la veía con una mueca confusa, e indignada, junto a la melodia de un televisor sin contenido.
—¿Cuidar mis palabras? —replique cauteloso—, ¿"cuidar mis palabras", mamá? Escuchame tú a mi... —me señale a mi mismo con mi mano derecha—, pesan más las palabras que se callaron, a las palabras que se han dicho.
Con los ojos entrecerrados, y cara neutral, esperaba la respuesta de mi madre.
—Solo quería protegerte. No quería que... Perder a un amigo te doliera —murmuró, imitando mis gestos. Caminó lentamente aún viéndome, hasta llegar a la encimera cercana de la cocina.
—No. Ni tú, ni papá, y menos Amanda me han estado "protegiendo" —Supirante, tomó un vaso de agua mientras yo aun hablaba—, dices que que no querías que me doliera perder a un amigo, pero ustedes son los que lo alegaron de mí. Ustedes son los que me ven la cara de infante, cara de un niño impertinente que ni entiende el mundo a su alrededor.
Con el entrecejo doblado, y una mirada vacia, siguió oyendome
—¿Pero sabes algo? Ya no soy ese niño... —Sentí un nudo en la garganta, rompiendo así toda mi seguridad y autoridad en esa discusión—. Tengo todo el derecho, y la razón, para saber... —Mi voz se rompió de pronto, siendo ahora temblorosa. Pero no lloraría, no permitiría mostrarme de nuevo debil, dejando lágrimas caer—. P-para saber si... Javier está muerto.
La expresión de mi madre, iluminada solo de lado por la suave y limitada luz, era de una tristeza total, con lágrimas sobre sus ojos, como un cristal a punto de romperse.
—Víctor...
—Dímelo —insistí. Ahora ambos al borde del sollozo—. Dime si... Javier ha muerto.
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Dame alas para volar
Teen FictionPor una tarea de instituto Víctor se ve arrastrado a "ayudar a otros". Parece una misión estúpida ante sus ojos, hasta que conoce a Javier Lindgren en el hospital, un extraño joven con una visión del mundo muy contraria a la suya. Comienza así un ca...