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Charly

     "Es bonito vivir una ilusion, una mentira".

      Revolvia la cuchara en la taza con lentitud. El azucar era compajinado suavemente en la bebida. El olor... ¿el chocolate tiene olor?

—Aparta tu nariz de la taza —Obedecí—. ¿Te tomaras eso por las fosas nazales? —Rió bromista ante su propio comentario. Tambie sonreí, sin añadir palabra alguna.

     La casa donde creí estaría siempre, era de repente abandonada, perdiendo así recuerdos amarrados a tantos objetos, sillas y muebles.

     En la mesa de la cocina detrás de mí, sonó el celular de mi padre, con ese ritmo apacible, pero algo falto de energia.

     Seguí sorbiendo el chocolate. No olia a algo en específico.

—Diga —Dijó al contestar.

     ¿El sabor será distinto si lo tomo con cuchara?

Ajá, de acuerdo.

      No, no sabe diferente... ¿Si tomo sopa en vaso sabra diferente?

Hey —Voleteé a verlo—. Ve y trae una hoja y lapicero, rápido —Obedecí—. Eh... y deja de tomar chocolate con la cuchara... es asqueroso.

* * *

     En el auto, papá me estaba explicando algo: cosa la cual no presté ni lo más minimo de mi atención.

     Arrugaba en mi mano la hoja con unos números telefonicos y nombres, mientras mi mente divagaba atravez de la ventana.

     No podía sacar ese momento de mis pensamientos: "mis labios sobre los suyos, su respiración tan cerca de mí...".

—Charly, ¿me estás oyendo?

—Hm.

—¿"Hm"? ¿Qué significa "hm"?

     Volteé a verlo por fin, al percatarme de que pareciamos estar comversando ahora.

—¿Qué? —Pregunté neutral, confuso.

     Me ojeó un instante, para después hacer una mueca jocosa ante mi falta de coherencia.

—Estás muy raro ultimamente —Comentó con la mirada a la carretera, de buen humor.

—Eh, peor tú que andas raro siempre —Solté, bromista, aunque por mi falta de expresividad de ese momento soné desafiante.

     Para mi fortuna, rió ante mis palabras.

—Niño enfermo. Seguro te pasate con el porno y tu cerebro no funciona bien —Soltó una rizotada, como si lo que decía fuera digno de un premio a la comedia.

      Unicamente formé una sonrisa picara, volviendo de nuevo mi mirada a la ventana.

       "Como me gustaría acariciar tus cabellos oscuros, sentirte aun más cerca de mí. Que digas mi nombre lleno de deseo. Como quisiera...".

—Como estaremos en el hospital podras hablar con tu amigo —Su comentario me sacó abruptamente de mis pensamientos.

—¿Amigo? —Fruncí levemente el ceño. No sabía de quién hablaba, y menos a dónde ibamos.

—Ese chico: el que está en el hospital.

     ¿Chico en el hospital?... ¿Javier?

—¿Yo por qué lo...? —Premedité un instante—. Eh, no somos amigos. En realidad es amigo de Víctor.

—Ah, no sabia.

      Nos quedamos en silencio de nuevo unos instantes.

—Pero puedes visitarlo.

     Su persistencia me empezaba a irritar. No quería oir nada de Javier.

—No, no somos amigos, papá. Sería estúpido que un desconocido llegue a su cuarto para hablarle así sin más, ¿no crees?

—¿Acaso así no fue como se conocieron él y Víctor?

     No entendía a qué quería llegar. ¿Por que carajo quería que le hablara? Javier no me importa, y mucho menos sabiendo que tomó mi lugar... ahora el y Víctor eran "inseparables", y solo pensarlo me quemaba por dentro.

—Mientras que yo esté firmando los papeles, tú iras y lo conoceras ¿de acuerdo?

      Que me estuviese obligando me enfurecía.

—¡No! ¡¿Por qué tanto desespero con que le hable?! —Me enderecé de repente, con un tono demandante.

—Obedece y ya, Charly.

—No entiendo —Lo ví con una mueca ansiosa.

—Y yo no entiendo por qué no quieres hablarle. ¿Qué pasa con eso, eh?

—¡No soporto que me obliges a alho que no quiero, papá! ¡Que me esten obligando es una putada!

     Susurró con desdén y agotamiento algo que no entendí.

     Espere ansioso a que escupiera lo que sea que debía decirme.

—Ese chico está al borde de la muerte, y le vendría bien conversar con más gente.

—¿Para qué?: ¿para tener más personas con las que encontrarse en el mas allá? —Bufé, irritado.

      De nuevo un silencio abrupto. Ni siquiera me ojeaba, ni siquiera mostraba expresión alguna.

—Lo haría feliz conocer al chico que nos covenció de donar dinero al hospital. Debe estar agradecido contigo, Charly.

     Solo le dije a mamá y papá que donaras dinero porque eso quería Víctor, solo porque a él lo entusiasmaría.

—No —Dije, abrupto y seco—. No me importa ese enfermo. No me afecta su vida, y mucho menos su muerte. —Mascullé en baja voz, cruzandome de brazos mirando de nuevo a la ventana.

—Pero sí te afectara esa actitud de mierda que tienes.


  

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora