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Víctor.

"Un, dos, tres, por ti.
Te he encontrado, después
De tanto huir".


—¿Qué fue lo que... Sucedió? —Tragué saliva, sintiéndola pesada al recorrer mi garganta.

—Perdió toda su movilidad  —mencionó, a baja voz, estando los dos inmóviles frente a una puerta de madera, elegante y pulcra, mucho mas que la de abajo.

     Mis ojos se abrieron ampliamente ante ese comentario.

      Detrás de la puerta claramente alguien estaba leyendo en voz alta...

     "Perdió su... Movilidad. Pero... ¿Aún vive?", no fui capaz de procesar esa pregunta.

     Algo sobre un instituto, quizás. Dos personajes... Estaba narrando una discusión muy motivada de dos personajes...

     Sin mas rodeos, Victoria, con esa mirada ahora apagada e irreconocible, casi cegada por el cabello lacio y descuidado sobre sí, se fijó en la puerta.

     Tock, Tock...

     Dos golpes leves con sus nudillos contra aquella puerta.

     Sí, definitivamente: la persona que estaba leyendo era muy buena en la lectura. Incluso me llamó la atención aquel relato, que ni siquiera conocía yo la sinopsis.

     Tras los golpes se produjo un completo silencio, entre el cual se escabulló un murmullo: "aguarda, ya sigo leyendo".

     La puerta fue abierta por fin, asomándose aquella la cual suponía que saldría.

—Victoria, ¿cómo te fue? —dijo Amanda, tras abrirnos.

     Toda su calma pareció estropearse al verme junto a su hermana.

—¿Víctor? —Sus ojos parecían espantados, era evidente. Expresivos ojos la caracterizaron desde siempre, por lo que analicé, al igual que a Javier. Desgraciadamente, esas profundas ojeras, y marcas de rasguños parecían opacar la belleza de su luchadora mirada.

—Yo no lo traje —se apresuró en comentar Victoria—, él descubrió todo solo. Él vino hasta acá.

     De repente me sentí en peligro. De alguna forma sentí como si Victoria me hubiera traicionado, acusandome con la madre de Javier.

     "no deberías estar acá", murmuró Amanda, con el ceño levemente fruncido.

—D-disculpe. Sé que no es seguro estar acá, por la situación y...

—No —me interrumpió ella—, Javier no quería que estuvieras acá.

     Como si la mínima mención de Javier trajera malas noticias, sentí de nuevo el corazón palpitarme, y mi cabeza casi marear de repentinas preguntas a base de esa sencilla frase.

     ¿"Quería"?, es decir... ¿En "pasado"? O sea... ¿Javier ya no está?

     Pero entonces... ¿Él me quería lejos en sus últimos dia de vida?

     No lograba procesar que estaba sucediendo.

     ¿Si Javier ya no está, Amanda a quien le estaba leyendo aquel relato tras la puerta de madera?

    No entendía, simplemente no comprendía. O tal vez solo no quería aceptar, y luchar contra una nueva realidad.

     Y vaya realidad era aquella, la cual tras la puerta se escondía.

—¿De qué esta hablando? —interroge, confuso, perdido.

—Vete ya o llamo a tu madre —amenazó.

—Amanda —interrumpió Victoria—, ya basta —regañó—, deja que entre. Se acabó.

     Intercambiaron unas vacías miradas, mediante las cuales se comunicaron algo, lo cual no decifré.

—De acuerdo —Suspiró—. Querido... Llegó Víctor —anunció ella, hablandole a aquel dentro del cuarto.

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora