Javier.
Necesitaba un tiempo solo, un tiempo para reflexionar. Víctor regreso a su casa sin ninguna contradicción a mi petición, dijo que volvería el día siguiente para que habláramos, lo cual acepte.
Mi mamá llegó poco después y me hizo una infinidad de preguntas las cuales no quería responder, no me sentía bien para responder nada. Pero es mi madre, y solo se preocupa por mí.
—¡Por dios Javi! ¡Me aseguraré de que esa Jeccika no vuelva a pisar este cuarto!
Sonreí hipócrita, para que viese que ya estaba bien, que no estaba triste.
"Quiero descansar; dormir un rato", le dije con mi voz extraña y palabras que parecían inexistentes.
Ella me abrazo fuertemente y me dijo que iría a comprar algo delicioso para que comiera, pues según ella "eso me alegraría".Quedé sólo de nuevo el el cuarto. Absorto sentía mis ojos agotados, todo mi cuerpo estaba exhausto. Tomé un cuaderno de la mesa y saqué de ese una hoja; el retrato a lápiz de Jeccika.
¿Cómo pude haberte permitido apoderarse así de mí?
Sin darme cuenta de cuando, caí en un sueño profundo, del cual: hubiese preferido quedarme.
* * *
—¡¿Qué?! Tremenda bruja es esa Jeccika
Solté una risita ante la reacción de Víctor tras contarle mi historia con ella.
Le escribía todo en su libreta pues no soporto el hablar con esta voz. Me avergüenza un poco el sonar así. Sueno peor que antes, y, aunque él y mi madre digan que no importa y que aún así me entienden, prefería escribir antes que hablar."Sí, es muy hipócrita, además de cínica, pero no la llames así".
—¿Es en serio, Javier? —Hablaba aún con la boca llena de galletas: las que había comprado mi madre para alegrarme—, ¡es una chica malvada! —La comedia en su expresividad siempre me sacaba una sonrisa—, Controlo tu mente, igual que una villana.
De nuevo reí entre dientes.
"Fue muy buena un tiempo. Me ayudó a superar la fea vision que el acoso había provocado que yo tuviera de mí".
No pareció muy convencido ante mi "justificación", pero no añadió más al respecto.
Las galletas eran deliciosas. Probé unas dos, pero no tenía apetito, por lo que Víctor se encargó de desaparecer el resto de galletas.
—¿Y por qué vino al hospital tan molesta? —preguntó, de nuevo con la boca llena.
"Jeccika es muy buena en el juego de culpa..."
Ella vino al hospital a reclamarme el por qué no le había avisado que estaba acá —cuando claramente si le avisé, pero me dejó en visto—. Dijo que yo solo quería deshacerme de ella y que no la amaba, pero ya estoy cansado de sus juegos. Llegó echándome la culpa de varias cosas, solo para así romper lo nuestro con argumentos flojos y mediocres. Solo para ella no ser la "culpable" de todo el lío que ella misma inventa. Me engañó con otro chico, lo sé. Y todo este "problema" en el que me enroya es solo para ella salir ilesa del asunto y tener excusa para lo que me hizo. La conozco muy bien, y sé que lo que digo es cierto. Así es ella.
Nuestras mentes son complejas. Demasiado definitivamente. Sí te esfuerzas únicamente en tratar de entender a otra persona del todo, o simplemente en querer justificar qué hace, terminarás por perder quien eres; entrando a una imagen borrosa de lo que algún día fuiste. Porque quien crees tú que esa persona es no es más que el retrato de lo que deseas. Porque esa figura imaginaria que te acompaña influencia en ti más de lo que debería..., más de lo que tuvieses que permitirle.
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Dame alas para volar
Teen FictionPor una tarea de instituto Víctor se ve arrastrado a "ayudar a otros". Parece una misión estúpida ante sus ojos, hasta que conoce a Javier Lindgren en el hospital, un extraño joven con una visión del mundo muy contraria a la suya. Comienza así un ca...