Javier.
Parte 3.
"Cobarde o valiente,
Saborearlas la sangre
que conlleva ambas
actuaciones".Nunca he sido alguien de discusiones, simplemente... Nunca he sido tomado en serio.
Quería por primera vez sentirme dueño de mi propia vida, el héroe por una vez de esa historia que parecía nunca terminaría.
—Aberración ustedes, metiches de mierda —repliqué
Me miraron algo confusos, quizás sorprendidos. A mí también me sorprendió tales palabras provenientes de mi boca. Porque después de todo, el que hablaba no era exactamente yo, sino, aquella coraza que se asomaba en mí, pretendiendo proteger por fin lo que me quedaba de fuerza, esperando sentirme con fortaleza.
Solo quisiera ser respetado.
Aquel que yo consideraba "líder" de aquel grupo de inadaptados, ojeó a los otros con una expresión jocosa y algo repugnada.
Huir, escapar; debía largarme, debía esconderme, quería...
En cuestión de un segundo, su cuerpo se giró de nuevo hacia mí, empujándome. Estampando así mi cabeza contra la banca en la que estaba sentado.
El papel de héroe no duró ni un minuto. En cuestión de segundos, volví a ser el débil de siempre. Y fue alguien más quien intervino a rescate, como siempre.
* * *
No sé exactamente qué me enamoró tanto de ella ahora que soy conciente de quién es realmente.
Tal vez, me enamoré de aquel fantasma idealizado que yo mismo cree, pensando era ella.
Tal vez nunca cambió, y siempre fue así: una manipuladora. Pero mi carencia de astucia, o simple falta de amor propio, yo mísmo me até a ese barco sin más destino que el desastre.
—¡Me robó mi lápiz! —Quedé perplejo ente aquella acusación.
—Regresale el lápiz, Lindgren —ordenó el profesor de dibujo.
Negué el haberle despojado algo, pero Jeccika seguía con sus demandas sin pruebas.
Tras un rato de ridícula discusión sobre quién mentía y quién no, ganó ella.
Debo admitirlo, al principio me caía mal, pero...
—¡Hola hola! —Dió una zancada repentina hasta estar a mi lado.
Había algo en su picardía que me intrigaba...
Aún fastidiado por su infantil comportamiento en clases de dibujo, apresuré el paso sin dirigirle otra palabra más que el saludo.
Tal vez su manera de poner mi mundo de cabeza, pintando así una sonrisa torcida, pero convincente.
—¡Ay, pero no te ponga así por el lápiz! —exclamó entre mimadas risitas—. Toma —Extemdió su mano con un lápiz algo distinto al que me quitó—. Es tu lápiz, lo he decorado como disculpas por el mal entendido —Tenía un pequeño listón azul, con la frase "Never give up".
Si me pidiesen un consejo de amor, les daría, basándome en mi propia idiotez, este:
"Dónde te pintaron una oscura tormenta, parecerá estrella lo que realmente es luciérnaga".
Así fue como comenzó nuestra historia de amor, que posteriormente, perdería todo sentido, hasta llegar a ser el más oscuro de los cuentos.
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Dame alas para volar
Teen FictionPor una tarea de instituto Víctor se ve arrastrado a "ayudar a otros". Parece una misión estúpida ante sus ojos, hasta que conoce a Javier Lindgren en el hospital, un extraño joven con una visión del mundo muy contraria a la suya. Comienza así un ca...