Amanda Lindgren.
Parte 3."La gente buena llora más. Pero eso significa que no valga la pena serlo".
Las estrellas adornaban el cielo ahora no tan oscuro de la noche. Javi y yo estábamos arrecostados sobre una cobija en el césped.
Feliz cumpleaños.
Al haberme despertado de mi no muy lago estado de inconsciencia, note que Darío había salido, solo para más tarde regresar más calmado, he incluso agradable, como si nada hubiera pasado, como si fuera otra persona. Por obvias razones no le reclamé nada, a pesar de que parecía estar de buen humor.
Darío asusta.
—¿Por qué escogiste el parque? —le pregunté a Javi, ya que en lugar de ir al cine quiso nada más estar conmigo en el parque, a compañía de las estrellas infinitas.
—Es más bonito acá —contestó neutral, sin apartar la mirada del cielo y los brazos bajo la cabeza de una manera cómoda.
Javi no estaba feliz. No era un feliz cumpleaños, y yo no era una buena madre. Sabía que me quería hacer muchas preguntas; es curioso, mas no impertinente.
Quería verlo reír; hacer algo que le levantarse el ánimo y, quizás, lo distrajese de este infierno que ambos vivíamos.
Javi no practica deportes. Es muy bueno en el dibujo, por lo que en el salón lo etiquetan de "afeminado", solo por ser el único niño... ¿diferente? Pero del tipo diferente bueno, diferente con potencial.
En un mundo lleno de clones corruptos, sin ninguna meta ni afición, es difícil sobrevivir al sobresalir, pues harán lo que sea por hacerte sentir mal, hacerte sentir ridículo; menos.—¿Te gustaría tomar clases de dibujo?
Giró por fin su mirada a mi. Sus ojos parecieron iluminarse, retomar un poco de su brillo. Pareció sorprendido, y, aunque lo ocultase; emocionado.
—S-sí —Se sentó con una gran sonrisa en su rostro. Me senté también—. Pe-pero, papá...
—No, Javi —Acaricie con ligereza su mejilla—, el no sabrá, no te preocupes.
Me miraba fijamente a los ojos. Mi propuesta definitivamente le fue una gran y agradable sorpresa.
—Pero... —Evadió el contacto visual unos instantes, ahora más cabizbajo—, ¿Y el dinero? ¿No será un gasto innecesario ya teniendo otras cosas que pagar? No quiero que tengas problemas con papá si llega a enterarse de ese gasto —Frunció levemente el ceño, volviendo a enfocar su mirada en algún punto perdido del cesped—. Papá se enojara.
Me rompía el corazón lo mucho que Darío afectaba en la vida de Javi. Él tenía que yo gastase parte de las ganancias de Darío para pagar sus clases de dibujo, pero eso no sucedería; le pediría a mi hermana un préstamo, el cual se lo iría pagando mínimamente, cosa de lo cual estuvo de acuerdo al saber el uso de ese dinero.
Me propuse a encontrar trabajo, aunque Darío no me permitiese, lo que si me traería muchos problemas. Trabajaría cuando Darío también lo hacía; era un plan complicado por lo de tener que llegar a casa antes que él, hacerle la comida, y ocuparme de todo en la casa...Pero valía la pena.
No le conté nunca a Javi todo ese plan, el cual me saldría perfectamente..., o casi. Si le contaba a mi hijo él se negaría, oponiéndose a la idea de "ver cómo me agotaba cada día más", en palabras de él mismo.
Solo le dije que la tía nos ayudaría. No interrogó más al respecto y me abrazo fuertemente.
—Gracias —Su voz delataba el hecho de que quería llorar, pero estaba contento, muy contento evidentemente.
Estaba bien. Por unos momentos estábamos bien, teniendonos el uno al otro... Crei que sería así siempre.
—Lo siento si... —Vaciló un instante, con sus ojos vidriosos, mas con su inocente sonrisa inocente en frente de mí—, sí papá se enoja por mi culpa... Yo...
Lo abrace de nuevo, ahora con más fuerza y lágrimas corriendo por mis mejillas
—No, amor... —Sentí un profundo golpe dentro de mí, como si el peso de mis culpas aumentara—, no es tu culpa nada de esto, eres un hijo en serio maravilloso—Traté de mantener mi voz firme, no quebrada. Sentí su respiración acelerada; nunca había logrado aguantar las lágrimas por mucho tiempo—. No te disculpes por algo de lo que no eres culpable.
Quizás al final fue un feliz cumpleaños.
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Dame alas para volar
Teen FictionPor una tarea de instituto Víctor se ve arrastrado a "ayudar a otros". Parece una misión estúpida ante sus ojos, hasta que conoce a Javier Lindgren en el hospital, un extraño joven con una visión del mundo muy contraria a la suya. Comienza así un ca...