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Javier

"(...) A solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo".

-Fray Luis de León.

     Vivimos tantas vidas cuando leemos, que la real pierde importancia; quizás nunca la tuvo en realidad y solo fue el pasaje para vivir las otras vidas. Quizás las mentes más débiles no merezcan más que la muerte, despojandoles así cualquier oportunidad de cualquier vidas.

—Y... ¿Qué te parece? —Preguntó tímidamente.

     Leyendo sus escritos, quedé pasando ante tantas emociones plasmadas en verso.

—Eh, está... —No podía dejar de sonreírle. Era en serio hermoso su arte—, está bello, me encanta.

     Sonrío también tímidamente.

—No me gustan mucho en realidad —Comentó, refiriéndose a sus poemas—. Creo que no sigo correctamente la lira.

—"¿Lira?" —Pregunté, curioso.

     Soltó una leve risita, desviando la mirada como noté ya era normal en él.

—Es... Co-como una estructura para los poemas —explicó, con un leve movimiento de manos.

     Era lindo que sonriese así, que olvidara por lo menos unos minutos el caos en el que quedó en vuelto tras el accidente.

—Ah, y... ¿Es en serio necesario eso? O sea, esas estructuras —interrogué—. ¿Los poemas no deberían solo transmitir o contar algo?

     Apretó sus labios, viendo sus manos juguetear con el lapicero.

—No lo sé —respondió—, quizás, eh, quizás sí. Hm, creo que sí.

     Notó mi expresión jocosa, riéndose así de repente.

—No me veas así —demandó, chistoso—, no soy tan bueno en la poesía como parece.

      Teníamos algunas cosas en común, como la más visual: perdimos parte de nuestros cuerpos; él literalmente, las piernas, y yo... Cómo ya conocemos el resto de la historia.

     Dos chicos jugando a ser normales; conviviendo en una guardería de problemas, esperando ser recogidos por sus padres, los cuales no llegan.

     Jugando a una vida feliz.

¿Tú has escrito también algo? —Ladeó su cabeza sobre sus brazos cruzados, aún sobre la mesa.

—Sí, aunque que considero que lo mío es la pintura y el retratismo.

     La enfermera llegó al cuarto, indicando que la hora de convivencia con Drake había acabado.

     Girando las ruedas de mi silla, me aleje de la mesa, despidiéndose.

—Quiero leerte —dijo, casi en un susurro.

     Leamonos.

* * *

Víctor

     Pensamientos insufribles 3

     No duermo, simplemente no puedo, mi mente no me lo permite.

     En constante miedo, en constante temor. ¿De qué huyó exactamente?

     ¿A qué le temo realmente?

     He llegado al punto dónde extraño el pasado, pero no de la forma usual: de la forma enfermiza.

     Quiero que vuelvan los momentos donde no entendía nada, y dónde al errar me escondía tras esa excusa.

     Extraño la inocencia de no conocerme y estar bien. Extraño el mirarme al espejo y poder sonreírme, poder cerca de mí sentirme.

     Quizás si fuese amado me sentiría ubicado en algún lado.

      Tal vez, si diferente fuese, diferente fuese la gente.

     No pienso con claridad, no me hagas caso.

     No le hagas caso a un demente, por más cuerdo que parezca; él solo quiere huir de lo que cree es la prisión, no dejará que otros lo enderezcan.

     Nunca creí el extrañar lo que pense era el dolor más fuerte, aquel del cuál era cautivó en un pasado cercano. Ahora, es más potente, volviendome miserable, volviendome un dependiente...

     ¿Pero de qué?

     Te extraño, quiero verte. Tú no crees que soy un imbécil.

    


    

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora