Víctor
Dió un profundo suspiro al terminar. Era como si hubiera echado aquello con lo que tanto tiempo cargó solo, aquello que tanto lo presionó impidiéndole crecer.
Cubrió su rostro con sus manos, en un gesto de agotamiento y estrés.
No supe qué decir después de escuchar tanta historia detrás de la sonrisa que solía mostrarme. Me odie por ni comentar algo rápidamente, pero me odiaría más si de nuevo comentase algo imprudente.
—lo extraño, ¿Sabes? —añadió casi en un susurro, sin hacer contacto visual.
Ese comentario me aturdió.
—¿Qué cosa? —repliqué. No me contestó—. Javier... ¿A tu papá? —Su mirada agotada estaba perdida, tal cómo mi mente en la vida.
Trague saliva. Sentí una inesperada tensión consumiendonos. Se supone que tras liberarse de algo todo se sentiría más ligero, ¿No?
—¿Qué opinas? —De nuevo sus palabras me absorbían en incógnitas, en las cuales era mejor ni navegar.
Quería que confiase en mí, que viera que yo también podía ser su mano de ayuda, que era también parte de su armonía; que era su amigo.
Solté también un suspiro.
—Eres muy fuerte —Dije—. Has pasado por muchas cosas las cuales te han hecho así, y... —Temía decir alguna estupidez—. Tu papá es una mierda.
Quizás no me expresé como quería.
Ladeó la cabeza en mi dirección, de nuevo mirándome, con ese vacío en su mirada tan desalentador. Sin expresión ni palabra, esperó que siguiese hablando.
—Desearía que las cosas fuesen distintas —proseguí, ahora siendo yo quien evitaba verlo—, quisiera que pudieras correr, crecer y ser un gran pintor. Creeme que si yo pudiese reescribir tu historia cambiaría esta parte, Javier.
Permaneció en silencio.
—Te seré sincero —continué—, esta enfermedad me parece injusta, y la vida en general. Me parece injusto que seas tú quién deba pasar por todo esto, y no lo entiendo, no entiendo muchas cosas. Pero... —Sentí un nudo en la garganta con el simple hecho de recordar cuál sería su destino. Retomé aire y proseguí—, ¿Sabes qué cosa sí sé, y comprendo perfectamente? —Fruncí el ceño, esperando transmitir mi seguridad a él. Me giré de nuevo a verlo—, que eres una luz, que brillas para tí mismo cuando otros no lo harán, y para los demás que lo necesitan. Yo sé que eres demasiado fuerte, Javier, y por eso... —No sonreía, no mostraba expresión alguna más que la agotada , ¿por qué?—, por eso eres mi mejor amigo... Gracias.
El sonido de la puerta abriéndose me estremeció.
—Javier... —La enfermera había llegado—. Hora de almorzar —Me miró—, ah, hola Víctor —Le devolví la sonrisa, algo ansioso para que se largase y me dejase hablar con él—. Creo que ya te deberías ir.
No, no quería irme, no quería dejarlo.
—Ah... —Observé un instante a Javier, quizás para saber si quería que me marchase.
Si sonrisa cerrada apareció por fin, algo apagada, pero tal vez verdadera.
—¿Volverás? —Su pregunta me hizo sacar una estúpida sonrisa—. ¿Tu madre te dejaría volver?
—Sí, siempre como el primer día.
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Dame alas para volar
Teen FictionPor una tarea de instituto Víctor se ve arrastrado a "ayudar a otros". Parece una misión estúpida ante sus ojos, hasta que conoce a Javier Lindgren en el hospital, un extraño joven con una visión del mundo muy contraria a la suya. Comienza así un ca...