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Victor.

     Y así fue. Pasaron los días. Durante meses no pudimos salir de casa por la situación sanitaria mundial de aquel momento.
     Los tres fuimos estrictamente castigados por nuestras madres por haber ido al hospital aquel día para hallar a Javier. Todo fue como la más ridícula de las misiones.

—Siempre estoy castigado por algo, no te preocupes —me dijo Mateo tras disculparme por haberlo metido en mis asuntos, los cuales le terminaron perjudicando—, lo raro sería no estarlo.

     Ahora, estando en el cuarto de mi casa sin tecnología por el castigo, pensé que hubiera sido mejor el no haberme enterado de nada. Quizás Javier tenía razón. Tal vez, y solo tal vez, sí me hubiera gustado llegar a la adultez siendo feliz, con el pensamiento de que mi amigo fue curado tras cambiarse de hospital, pero perdiendo el contacto... Aunque fuera mentira.

      El final, independientemente sea feliz o triste, deprimirá, por el simple hecho de ser lo que es: un final.

     De un momento a otro, la situación dejó de ser una tormenta, convirtiéndose ahora en arena movediza: la cual me consumía, y llenaba mis días de agonía e impotencia, por ello no dejaba de moverme, pensando asi que lograría algo, pero solo me entere de la verdad, y eso no fue lo que me esperaba. Después, por fin, fui consumido completamente, sintiendo calma al dejar de respirar.

     Aun así... Me sentía algo vacío.

     ¿Habré dejado parte de mi estabilidad en ti? Nunca lo sabré.

—¿Entonces que piensas hacer? —interrogó Matt, moviendo la torre dentro del ajedrez.

—Estudiaré algo relacionado con la medicina —replique, con la mirada fija y apagada sobre el tablero.

     Se rasco la nuca con sutileza.

—Qué horror, para estudiar medicina se debe de ser demasiado inteligente —soltó una leve risita—, ¿seguro que no quieres ser reportero o alguna verga así? Eres demasiado preguntón.

—Yo no...

—Desde que eres un bebé no dejas de cuestionar cosas —interrumpió, riéndo bajamente.

     Reí con ligereza, moviendo al caballo sobre el tablero.

—¿Seguro que no quieres dejar los estudios? —pregunté—, desde bebé has mostrado retraso.

     Soltó una risotada mientras me lanzaba una almohada.

—Eres un idiota —sentenció.

—Es algo de sangre.

     Pasamos aquella tarde jugando juegos de mesa y charlando. La vida sin videojuegos parecía ser mas aburrida, pero al mismo tiempo, la más mágica de las comedias.

—Podrías ser escritor también —comentó, mientras me ayudaba a ordenar las piezas de ajedrez tiradas por el suelo.

—No lo sé, creo que se necesita mucha paciencia para eso, y no me da dinero —contradije—. Si me voy a estresar por algo, que me de mucho dinero por lo menos, como la medicina.

     Se volteó a verme repentinamente con una sonrisa de miedo lado.

—Vale, Vale, ¿cuál es tu obsesion con la medicina, eh? —Tenía razón. No recordaba desde hace cuando, pero me había vuelto un "adicto" a la investigación de casos médicos por Internet. Es fascinante.

—Quizás logre algo. Puede que empiece mis propias investigaciones y halle respuestas —expresé, sonriente —. La química también me interesa, es muy...

—¿quién te crees? ¿Maria Curie? —se burló.

      Rodee los ojos aun sonriente.

—Me creo capaz, eso es todo.

     Guardamos un silencio, mientras me quede observando la ventana: un cielo oscureciendo, carente de bello atardecer.

—También creo que lo eres —murmuró. Voltee a verle de nuevo, inexpresivo—, espero halles la cura —sonrío dulcemente, prosiguiendo a colocar su mano sobre mi hombro—, sé que tendrá una cura, y habrá un futuro libre de ELA.

     Doble el entrecejo, conmovido, sintiendo de pronto una herida reabrirse. "Asi es", me limite a responder, con una pesada sonrisa cerrada.

     La puerta de mi cuarto sonó tres veces de repente; mi madre llamaba a la puerta.

—Víctor —llamó ella—, ¿estas libre este fin de semana? —preguntó, sin que abrieramos aun la puerta —, Amanda me ha mandado un mensaje.

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora